Con la suave y profunda sensación de la energía vital circulando por nuestros cuerpos físico y sutil, en el ahora, respirando placenteramente, retornamos de la relajación al finalizar la clase de Yoga y nos quedamos sentados meditando con una leve sonrisa en el rostro.
Minutos después abrimos los ojos comprendiendo cómo nos ayuda esta práctica para transitar con serenidad y confianza la cotidianidad, en medio de circunstancias agradables, pero también de acontecimientos y noticias que infunden negatividad, temor y desesperanza.
Entonces buscamos en nuestra pequeña lectura habitual la sabiduría de alguien que contribuyó a inspirarnos y fortalecernos para ese transitar, abriendo el librito en la página señalada, donde el Maestro y Poeta Rabindranath Tagore justamente indicaba que el mal no podría “detener el curso de la vida, porque debe progresar y cambiarse en bien. No puede resistir ante el Todo”. Es que “la potencialidad de la perfección supera todas las contradicciones de los hechos… y empezamos a distinguir entre nuestros deseos inmediatos y lo que es el bien, puesto que al bien aspira nuestro Yo Superior… lo que engrandece al ser humano puesto que es así como realiza la verdad… a la que debe reconocer y así frenar sus impulsos inmediatos. Debe ser moral”.
En este punto nos detenemos y recordamos la reciente celebración del Día Internacional del Yoga, en que numerosas instituciones de todo el mundo ponderaban el valor de su práctica para el bienestar y la paz de los seres humanos, al tiempo que importantes maestros la recomendaban para efectuar cambios positivos en nuestra vida, aún cuando las posturas y la respiración consciente componen sólo dos octavas partes del inmensurable proceso del Yoga, cimentado en un código moral universal y direccionado a la elevación de la conciencia y la condición humana.
Entonces retomamos nuestra lectura y encontramos que el Maestro nos decía: “El hecho de que la persona no es un ser aislado sino que tiene un aspecto universal es una verdad; y cuando admite esta verdad se engrandece, pero debe tener una base moral”. Hermosa coincidencia. Namasté.