Se cerró una semana que tuvo al transporte público de pasajeros en el centro de las críticas y a los usuarios como principales damnificados.
Entre el paro dispuesto por la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y las decisiones del Grupo Z en particular, pero con graves consecuencias en general, llama la atención que en toda la semana nadie, más allá de los afectados más directos y los medios de comunicación, se haya manifestado al respecto.
La conducta repetitiva de omitir fragmentos de la realidad pretendiendo que no pasa nada y que pronto se olvidará cuenta con escaso margen de éxito cuando por delante hay una audiencia pública (o al menos un simulacro) en la que se pueden exteriorizar las quejas críticas y la inacción en la que incurren quienes debieran encargarse de que las cosas no se salgan de la normalidad tan frecuentemente.