El café bar Dominó era uno de los puntos de encuentro más tradicionales de Posadas, frecuentado por los amantes del billar de tres bandas y del ajedrez. Por eso, la noticia del asesinato de sus propietarias, el 17 de febrero de 2003, no sólo causó un gran estupor en la sociedad posadeña, sino también alimentó los rumores y las especulaciones más diversas acerca de los motivos del hecho.
Delia Pitman de Teramoto (74) y su hija Fumiko Teramoto (38) fueron halladas sin vida en su vivienda ubicada en la calle Belgrano 2.162.
Una amiga de la familia, que hacía días que no las veía, decidió pasar a saludarlas y al pararse en la vereda comenzó a sentir olores nauseabundos. Las llamó insistentemente, pero al no obtener respuestas pidió la presencia de la policía.
Los investigadores -acompañados por el entonces juez José Luís Rey- tuvieron que recurrir a un cerrajero, porque las puertas estaban cerradas por adentro. Finalmente lograron ingresar, no sin antes colocarse máscaras de oxígenos para soportar el vaho. Las mujeres estaban en sus respectivas habitaciones, sobre la cama.
Los forenses constataron que habían sido estranguladas y golpeadas en la cabeza. Y como no hallaron señales de violencia, ni tampoco desórdenes, supusieron que fueron sorprendidas en la cama, cuando dormían.
Hombre de confianza
Lo primero que llamó la atención de los investigadores fue la desaparición del auto de las víctimas, un Chevrolet Vectra color champagne dorado. A esa altura comenzaba a cobrar fuerza la hipótesis del robo como móvil del doble homicidio. Y poco a poco las sospechas se centraron en un conocido de las mujeres: Eduardo Moisés López (42), quien había sido deportado de Estados Unidos, por sospechas de un delito sexual en Nueva Jersey .
Según los “habitués” del Dominó, López se ganó la confianza de una de las dueñas del lugar, al punto que retiraba la recaudación diaria. Sin embargo, esa confianza terminó por disiparse, presuntamente cuando López insistió con relacionarse sentimentalmente con Fumiko.
En una oportunidad ésta le habría confiado a una amiga “este tipo me asusta”.
Las investigaciones realizadas en 2003 establecieron que tres días antes del hallazgo de los cuerpos, López se presentó en el bar de la calle Sarmiento, en horas de la madrugada. y preguntó por “Fumy”. Los clientes contestaron que ya se había retirado.
En horas de la tarde, se puso al frente del local porque “Fumy fue a descansar a la quinta de su tía”, según dijo. Al día siguiente, algunas personas lo vieron por la Costanera, con el auto de las mujeres.
A partir de esto, las sospechas recayeron sobre él y comenzó una pesquisa que terminó en forma trágica: al día siguiente del hallazgo de los cuerpos, López fue visto en Puerto Esperanza, conduciendo el Chevrolet Vectra de las víctimas. La Policía averiguó que se alojaba en un hotel y fue a budcarlo. En la conserjería dijeron que se alojó la noche anterior con el nombre de Ramón González.
Momentos después los investigadores se cruzaron con él en un pasillo y dijo llamarse González, pero no llevaba documento, por lo que accedió a acompañarlos hasta la Comisaría. Al llegar a la dependencia, y cuando le solicitaron que dejara su cinturón y otros efectos personales, el hombre sacó un DNI de su bolsillo superior y casi al instante una pistola Taurus.
López se apuntó a la sien, mientras los atónitos policías intentaban disuadirlo de su actitud. Pero él caminó hacia atrás, abrió la puerta del baño y se encerró. Instantes después se oyó una detonación y los uniformados lo hallaron en el suelo, en medio de un enorme charco de sangre. Al día siguiente murió.
Respecto al motivo del doble crimen, nunca se supo si fue el robo, una relación deteriorada o ambas cosas.