BUENOS AIRES (NA). El plantel futbolístico de Tigre llegó ayer al país tras el escándalo en Brasil, donde el equipo no salió a jugar el segundo tiempo de la final por la Copa Sudamericana de Fútbol.En el estadio “Morumbí”, los integrantes de la delegación argentina denunciaron que fueron amenazados con armas de fuego y golpeados cuando ingresaban al vestuario visitante, tras la finalización de la primera etapa.“Nos amenazaron con dos revólveres. Encima son cagones porque mano a mano no se la aguantan”, declaró el director técnico del conjunto nacional, Néstor Gorosito.El arquero Damián Albil sufrió un culatazo en el pecho, el polifuncional Martín Galmarini fue víctima de un corte en un brazo e incluso el ayudante técnico Jorge Borelli luce un tajo debajo de un ojo.“Ojalá que alguien tome cartas en el asunto. Seguro que Tigre va a ser sancionado y San Pablo no”, expresó el futbolista Galmarini ayer en Ezeiza, tras la llegada del plantel.El jugador mostró la herida en un brazo, que tiene varios puntos de sutura y justificó la decisión de no haber salido a jugar el segundo tiempo diciendo que no podían seguir en esas condiciones.“Obviamente que si salíamos iba a haber algún roce, algún tumulto posterior. Después, lo que declaró el técnico (de San Pablo) fue una vergüenza, un mamarracho”, indicó.Por su parte, el intendente de Tigre, Sergio Massa, recordó que su equipo ha recorrido canchas de toda la Argentina, de distintas divisionales y nunca vivió algo así.





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