Bartolomé Mitre, el gran historiador, polémico político e impulsor de la organización nacional, nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Era hijo de Don Ambrosio Mitre y Doña Josefa Martínez Whetherton. El matrimonio se estableció en Carmen de Patagones y allí nacerían los hermanos de Bartolomé, Emilio y Federico. Sus primeros estudios los realizó entre Buenos Aires y Carmen de Patagones.
A los 14 años, Mitre comienza a trabajar en una de las estancias de Rosas, regenteada por Gervasio Rosas, hermano del restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia y es devuelto a su padre.
Un año después ya había escrito su primera colección de poesías. Mitre tenía 17 años. Frente a las persecuciones del rosismo, emigra junto a su familia a Montevideo. Allí conocerá a Delfina de Vedia, que se convertirá en su esposa y compañera. Se casaron el 11 de enero de 1841 y tuvieron cuatro hijos: Delfina, Josefina, Bartolomé y Emilio.
En Montevideo inició su carrera militar en el arma de artillería sin abandonar su pasión por las letras expresada a través de sus notas en los periódicos El iniciador y El Nacional entre los años 1838 y 1839.
En 1842, se incorporó a las filas antirrosistas del general Paz y participó en la campaña de Entre Ríos hasta que, derrotadas sus fuerzas en Arroyo Grande, debió regresar a Montevideo.
En la capital uruguaya tomó contacto con los intelectuales antirrosistas emigrados, como José Mármol, Florencio Varela, Rivera Indarte y Esteban Echeverría y participó activamente en la defensa de Montevideo, sitiada por Oribe. Su destacada actuación le valió el ascenso a Teniente Coronel en 1846.
Pero ese mismo año decidió abandonar el Uruguay, disgustado con la política de Rivera. Se trasladó a Bolivia donde el presidente Ballivián lo puso al frente del Colegio Militar. Allí también ejerció el periodismo, junto a Wenceslao Paunero y Domingo de Oro, y fundó el diario antirrosista La Epoca.
Un golpe de estado derrocó al presidente Ballivián y Mitre debió trasladarse primero al Perú y finalmente a Chile, donde residirá hasta 1851.
En ese año, se trasladó a Montevideo y, al enterarse del pronunciamiento de Urquiza, se incorporó al Ejército Grande como jefe de artillería. Tras el triunfo de Caseros, en 1852, fundó Los Debates, diario desde el que fijaría su postura en defensa de los intereses porteños frente al proyecto de Urquiza. Esto le valió el cierre del periódico y un nuevo exilio en Montevideo.
Pero pronto podrá regresar a Buenos Aires. El 11 de septiembre de 1852 los sectores porteños opuestos a la nacionalización de las rentas aduaneras y la hegemonía de Urquiza, organizan un movimiento que tiene en Mitre y Valentín Alsina a sus principales referentes. La “revolución” del 11 de septiembre produjo la separación de la provincia de Buenos Aires del resto del país, con Valentín Alsina como gobernador y Mitre como ministro de Gobierno y encargado de las relaciones exteriores.
Posteriormente, en 1855, sería electo presidente de la legislatura bonaerense, y fundaría el instituto Histórico y Geográfico del Río de la Plata.
En 1857, publicó la primera edición de su Historia del General Belgrano, obra exhaustiva, producto de una profunda investigación.
Como militar participará con el grado de General en los dos combates contra Urquiza: la derrota de Cepeda en 1859 y la victoria definitiva de Pavón, el 17 de septiembre de 1861.
Mitre que había sido electo gobernador de Buenos Aires en 1860, se transformó tras el triunfo de Pavón en el único hombre en condiciones de encauzar los destinos del país recientemente unificado.
En mayo de 1862, se reunió un nuevo congreso nacional que legitimó la situación de Mitre confirmándolo como encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Se convocó a elecciones nacionales y triunfó la fórmula Bartolomé Mitre y Marcos Paz.
Los nuevos mandatarios asumieron en octubre de 1862 y pronto tropezaron con el primer obstáculo. El problema de la federalización de la provincia y de la residencia de las autoridades nacionales, pudo resolverse transitoriamente a través de la Ley de Compromiso, por la cual los miembros del poder ejecutivo podrían residir en Buenos Aires hasta tanto se fijase la capital definitiva de la república.
En este período se produjo una creciente centralización del poder político donde el uso de la fuerza fue determinante. El Gobierno nacional se fue imponiendo a través de la violencia organizada por sobre otros poderes como los de las provincias, centralizando funciones como la recaudación impositiva, la emisión monetaria, la educación y la represión.
Mitre encargó a un grupo de juristas encabezados por Dalmacio Velez Sarsfield la redacción del Código Civil y la adaptación del Código de Comercio al ámbito nacional. Se organizaron la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores. Como elemento de unificación ideológica se crearon los 14 colegios nacionales y sus respectivos profesorados, uno para cada provincia.
La creación de un aparato recaudador nacional fue condición necesaria para financiar las reformas que requería la concreción del programa liberal mitrista.
Durante su mandato, Mitre fue urdiendo una política de alianzas con los sectores conservadores del interior buscando subordinar a las provincias a los intereses porteños. Esta política provocó levantamientos armados como el de los montoneros acaudillados por el riojano Ángel Vicente Peñaloza, «El Chacho», en 1863, que culminarán en violentas acciones represivas por parte del ejército nacional.
En 1865, estalló la Guerra del Paraguay (o Guerra de la Triple Alianza) y Mitre fue designado General en Jefe de las Fuerzas Aliadas de Argentina, Uruguay y Brasil.
La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza -llamada de la Triple Infamia por Alberdi- sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis.
En 1868, culminó su período presidencial y se declaró prescindente en cuanto a apoyar a un candidato a sucesor, dejándole de esta manera el campo libre a Domingo Faustino Sarmiento, quien asumirá ese año la primera magistratura. Mitre, por su parte, fue electo senador por Buenos Aires.
En 1869 compró el diario La Nación Argentina, fundado por Juan María Gutiérrez en 1862, y lo convirtió en La Nación, cuyo primer número salió a la calle el 4 de enero de 1870, mientras se libraban los últimos combates de la Guerra del Paraguay, con una tirada de mil ejemplares.
En 1871, como muchos porteños, cayó enfermo de fiebre amarilla. Tras su recuperación el presidente Sarmiento le encomendó una misión diplomática en Brasil para terminar de definir los límites modificados tras la Guerra del Paraguay.
En 1874, se presentó nuevamente como candidato a la presidencia. Ante el triunfo del tucumano Nicolás Avellaneda, denunció fraude y se sublevó contra las autoridades electas pero fue derrotado por las tropas leales, dirigidas por el coronel Julio A. Roca. Fue detenido y trasladado al Cabildo de Luján. Durante sus cuatro meses de prisión escribió el prólogo para su Historia de San Martín y de la independencia sudamericana.
Tras dedicarse a sus investigaciones y a la labor periodística, en 1890 volvió a la acción. La desastrosa administración de Juárez Celman, con su estela de negociados y corrupción, fomentó la unión de la oposición en un gran frente conocido como la Unión Cívica, bajo la conducción de Bartolomé Mitre y Leandro N. Alem.
El 26 de julio de 1890, la Unión Cívica decidió pasar a la acción. Estalló la “Revolución del Parque”. Mitre decidió ausentarse del país, dejándole todo el peso de la conducción del movimiento a Alem, quien, a pesar de contar con cierto apoyo militar, fue derrotado.
Este hecho y las negociaciones posteriores concretadas por Roca y Mitre, que desembocaron en la renuncia de Juárez Celman y la asunción de Carlos Pellegrini, fueron vistas por Alem como una traición a los postulados de la Revolución del ’90. Esto condujo a la ruptura de la Unión Cívica en dos nuevos partidos: la Unión Cívica Nacional, encabezada por Mitre, y la Unión Cívica Radical, encabezada por Alem.
Mitre influyó decisivamente a través de su prestigio político y de su diario en los gobiernos que se sucedieron entre 1890 y 1906, el año de su muerte. Nada se hacía en las filas conservadoras sin consultar a “Don Bartolo”, que se reservaba la última palabra.
En 1894, fue electo nuevamente senador nacional y participó activamente en los debates sin dejar de lado la escritura. Publicó por esos años su Estudio bibliográfico-lingüístico de las obras del Padre Luis de Valdivieso sobre el araucano.
En 1901, al cumplir 80 años fue objeto de grandes homenajes y festejos. Pasó sus últimos años dedicado a la dirección de La Nación y a la traducción de La divina comedia de Dante Alighieri.
Falleció a los 84 años el 19 de enero de 1906. Una multitud acompañó sus restos hasta la Recoleta.
Fuente: El Historiador