
Y es que “en la concentración interviene la mente, pero en la meditación quedan interesados el corazón y todo el ser del individuo”, como decía la Maestra, porque en la concentración estamos “del lado de acá” de un objeto, mientras que en la meditación vamos más allá de los límites de las manifestaciones terrestres.
En la lección de hoy, Mataji nos explicaba que el grado de profundidad en una y otra varía según las personas, dependiendo de su disposición natural y también de su nivel de práctica. Pero también nos advertía décadas atrás: “Desgraciadamente, el arte de la concentración rara vez se practica en Occidente, donde se hace todo lo posible para distraer constantemente el pensamiento, que con el tiempo llega a disiparse del todo, porque cuando nuestra mente está excesivamente cargada de numerosas ideas superficiales y sin importancia, termina por perder su capacidad de concentración y de discernimiento, con el resultado de un creciente número de personas que jamás adquieren el hábito de pensar por su cuenta, de tomar una decisión por sí mismas y de resolver sus problemas.”
Es así como “se convierten en hombres y mujeres carentes de madurez emocional, incapaces de utilizar sus propios recursos internos y totalmente dependientes de lo que hacen, dicen o piensan los demás”, mientras buscan diversiones externas para quebrar la monotonía de su existencia vacía.
Pero sucede que “nuestra mente es casi la única fuente de placeres y dolores, de fracasos y éxitos, de nuestro bienestar y hasta de nuestras enfermedades”, porque muchas dolencias tienen su origen en nuestro estado mental, ya sea por miedo, preocupación, ira, celos u otras emociones nocivas. “Y si bien estas enfermedades son reales y se tratan terapéuticamente, una cura radical requiere también realizarse a través de la mente “, como decía la Maestra, porque “si supiéramos concentrarnos y hacer buen uso de nuestra mente, nuestra vida sería muy distinta”.
Entonces aprovechemos los momentos de silencio para relajarnos, respirar profundamente, aquietar la mente, concentrarnos y sentir la armonía del Yoga aquí y ahora. Namasté.





