Antes de entender el porqué de que febrero tenga tan sólo 28 días (o 29 cada cuatro años), debemos comprender que el calendario sufrió varias modificaciones a lo largo de la historia. Los primeros fueron elaborados por los antiguos egipcios, ya que lo usaban para calcular las crecidas del Río Nilo; pero este calendario estaba basado en los ciclos solares que estaban divididos en tres estaciones con meses que tenían de 10 a 30 días.
En tanto, los romanos tenían sus propia versión del calendario, pero basado en ciclos de luna llena. Aunque variaban según la región, finalmente los calendarios de los romanos se terminaron unificando en un único calendario de 304 días distribuidos en 10 meses, de marzo a diciembre. Ya que para ellos el año empezaba con las cosechas, el 1 de marzo, en honor al dios de la guerra, Marte,y terminaba en diciembre. Anteriormente no contabilizaban casi 60 días, ya que era el período en que el campo estaba parado.
No olvidemos que febrero es un mes que varía mucho según la región en donde vivas. Si te encuentras en el hemisferio norte, representa el final del invierno; y si te encuentras en el sur, es el punto final del verano.
Pero en el año 732 a.C, el rey Pompilio añadió dos meses al calendario para así hacer como los egipcios, y adaptar todo a los ciclos lunares. Es así que se incorporaron enero (conocido como “Ianuro” en honor al dios Iano -o Jano-, quien era el protector de las puertas) y febrero ( “Februo”, como se le conocía a Plutón).
Pero fue Julio César el que reajustó todo e instauró el denominado “calendario juliano”, en el cual se estableció que cada cuatro años se sume un día extra, lo que hoy conocemos como año bisiesto (que traducido del latín “bis sextus ante calendas martii”, sería “repetido al sexto día antes del primer día del mes de marzo”, ya que ese día, 1 de marzo, era la fecha más importarte para los romanos).
Y si llegaste hasta acá, y todavía no comprendés por qué febrero tiene tan sólo 28 días, la respuesta puede ser incluso menos sorprendente (o quizás no) de lo que te puedas imaginar. Los romanos eran personas muy supersticiosas, y preferían que los días fueran impares; por ello para que les cuadrasen los 355 días que duraba entonces el año, dejaron a febrero con tan solo esos 28 días. Lo cual también puede ser que haya sido asignado así, ya que ellos consideraban a este mes el último mes del año.
Claramente un calendario de 355 días también tenía sus desfasajes, algo que Julio César corrigió alineando el calendario con el sol, y esto derivó en el modelo actual, con 365 días y un mes con 24 horas menos, aquel que ya venía acortado por creencias supersticiosas. Lo sentimos mucho febrero.
Fuente: Medios Digitales