
Se inauguró en 1968, consiguió su personería jurídica en 1973 y en la década del ‘70 tuvo un equipo de fútbol que participó en torneos de la liga local… Luego, con el paso del tiempo, se fue apagando y la pintura de sus paredes, descascarando.
Ahora, un grupo de vecinos de Campo Grande, encabezados por el profe Roberto Masko, puso manos a la obra para volver a la vida al viejo club San Rafael. “Lo vemos como un patrimonio cultural de la localidad”, dijo Roberto a EL DEPORTIVO.
El Club San Rafael es uno de los históricos de Campo Grande, a 139 kilómetros de Posadas. Es el más viejo, ya que su acta de fundación marca a 1968 como el año del corte de cinta. En 2018 cumplió sus primeros 50 años, pero lejos de las condiciones que lo hicieron el más importante del pueblo.
“Tiene un edificio en el centro, adelante posee un buffet y en la parte de atrás está el polideportivo. Un tinglado con una cancha de vóley, una cancha de futsal y una de bochas. Hace mucho tiempo que está un poco decaído en su infraestructura”, contó a EL DEPOR el profesor de educación física y técnico nacional de vóley, Roberto Masko, un hombre nacido y criado en Campo Grande.
Justamente, como técnico de vóley, Roberto se desempeña como entrenador de la disciplina y es uno de los referentes en la materia. Entrena un equipo que usaba las instalaciones del poli municipal y las de la Escuela 150. Pero la pandemia de coronavirus obligó a la mudanza, lo que obligó a gestionar un permiso en el club San Rafael. “La gente del club nos abrió las puertas muy amablemente, pero las condiciones edilicias eran muy malas”, se sinceró el profe.

Fue así que decidió sentarse a charlar con los dirigentes del club y les dijo que su intención era continuar con las clases allí pero que, para eso, era necesario un piso totalmente nuevo y ponerle las chapas que le faltan al techo del tinglado. “Ellos me dijeron que me haga cargo, que le meta para adelante”, recordó Roberto.
Y así fue que comenzó el proceso de volver a darle vida al viejo club San Rafael. Primero y antes que nada, Roberto se reunió con los padres de sus alumnos y les habló sobre el hecho de que iban a cambiar de nombre: dejarían de ser Campo Grande Vóley, para pasar a competir como San Rafael.
“Hace tres años que venimos jugando en categorías formativas y el año pasado tuve a cuatro varones y una chica en la Selección Misionera y a un varón en la Preselección Argentina. Entonces correspondía una reunión de padres y ellos estuvieron de acuerdo”, recordó el profe.
A mediados de agosto, luego de las habilitaciones correspondientes, volvieron a entrenar. Poco después se detectaron casos de coronavirus en Aristóbulo del Valle, por lo que toda la región suspendió las actividades deportivas por una semana. Fue ahí cuando el equipo – de vóley y de trabajo – puso manos a la obra.
“En esa semana tomamos la decisión de encarar el trabajo del piso”. Se encargaron de buscar auspicios para reunir los fondos; hubo venta de locro y empanadas y el Ministerio de Deportes sumó su colaboración con la entrega de Deporbonos, todo con el objetivo de solventar los gastos para el piso nuevo.
El pueblo también colaboró, después de todo se estaba levantando otra vez el emblemático club San Rafael. “Nos llevó una semana de agosto y todo septiembre hacer el piso totalmente nuevo para la cancha de vóley y la de fútbol de salón”, señaló el profe. El viernes 16 de octubre terminaron las obras en el piso de la cancha y los estrenaron al otro día, el sábado 17.
Fue un equipo grande de personas que se sumó a la cruzada: todos los alumnos y padres de la escuela de vóley, más los del fútbol de salón y “gente de la sociedad de Campo Grande que vio el trabajo que hicimos y está con muchas ganas de colaborar en este desafío. Podemos decir que es una actividad que el pueblo hizo propia”, remarcó Masko.
El próximo desafío es completar la parte del techo del tinglado que les hace falta para la cancha de vóley y fútbol de salón.
“Ya estamos trabajando en ese proyecto para terminar el techo. Faltan unas cuantas chapas, pero ya está todo encaminado”, dijo Roberto, quien comentó que el vóley llegó a San Rafael para quedarse: crearán una comisión para la disciplina en la institución.
En cuanto a las otras actividades del club, bochas es la de mayor concurrencia. Tiene a sus aficionados todos los domingos, un grupo de gente mayor que juega todos los findes y, de alguna manera, mantuvo con vida al club durante tantos años.
En cuanto al fútbol de salón, están a la espera de la aprobación del protocolo sanitario por parte del municipio para arrancar con las actividades.

“El fútbol de salón ya estaba en años anteriores, pero no tenía mucho auge ni difusión. Con nuestra llegada y la incursión del vóley, le dimos una inyección anímica por el hecho de tener un piso nuevo y empezar a promocionar. Le cambiamos la cara al club”, remarcó el profe. Nada se podría haber hecho sin la colaboración de la gente de Campo Grande, que sabe quién es el profe Masko, sabe de sus equipos y los talentos que nacen de su escuela y es por eso que se sumó a esta cruzada.
De a poco, el club San Rafael vuelve a la vida. Y sus colores, el blanco y verde, volverán a verse en las canchas y torneos, una vez que pase la pandemia y vuelva la competencia. Con ese objetivo el profe Masko, quien también se desempeña como referente de mini vóley en la Federación Misionera, entrena a alrededor de 50 chicos en la renovada cancha del viejo club del pueblo.
“En mi época el San Rafael no tenía equipos. El club tenía sus instalaciones pero no equipos deportivos, ni de fútbol, vóley, ni básquet. Hoy lo vemos hasta como un patrimonio cultural de Campo Grande”, relató el profe. Un grande que volvió a la vida.
Masko, un referente
El profe Roberto Masko, que se puso los trabajos de reparación y refacción al hombro, es un referente del voley de Campo Grande. Desde 2004 hasta 2011 fue técnico del equipo de la Escuela Municipal y desde 2012 se convirtió en el entrenador de la Escuela Campo Grande Vóley. Ahora estará al frente del San Rafael.
Trabaja con 50 chicos aproximadamente, tanto nenas como varones, desde los 8 años en adelante. “Arrancan jugando mini vóley, en una cancha reducida, con menos jugadores y la red más bajita”, explicó.
En la actualidad da clases hasta la categoría Sub 18. “Antes me dedicaba a las categorías mayores pero lo que nos pasa en los pueblos es que los chicos terminan el secundario y emigran”. Masko entrenó a chicos que representaron a Misiones y el año pasado, uno de sus alumnos fue preseleccionado para la Preselección Argentina.
Hoy, gracias a su pasión por el vóley y la ayuda de todo Campo Grande, el San Rafael vuelve a estar de pie.




