
Es quien recibe a los ingresantes y despide a quienes se reciben. Pero además posee una amplia trayectoria con programas que a través de los que sobresalieron en las radios locales.
“No hay profesión que sea sencilla, sino que todos tenemos que poner un extra para poder destacarnos y poder vivir de lo que elegimos. En el caso mío tengo la bendición, la fortuna, de poder vivir de esta profesión desde hace más de 25 años. No hago otra cosa que hacer cuestiones relacionadas a la locución, salvo que en los últimos veinte años me dedico también a la educación de locutores pero sigue siendo lo mismo”, explicó a PRIMERA EDICIÓN.
Más adelante apuntó que “por allí uno se siente que se convierte en referente y es una carga más fuerte todavía porque hablamos de tratar que la profesión sea digna, sobre todo en esta época donde las tecnologías, la posibilidad de expresión, que está genial, hizo que mucha gente se vuelque también a esto y le vaya muy bien, no como locutor precisamente sino como comunicador.
Batalla se refirió a cómo se vinculó a la locución y contó que “soy muy tímido de personalidad y desde muy chico hacía operación en una radio en Formosa, allá por 1987. El propietario de la radio vio algo en mí y quería que yo hable, pero yo me negaba. Había un conductor de un programa que yo operaba y un día subió el dueño de la radio para avisarme que no vendría Miguel (el conductor) y necesitaba que por lo menos diga la hora. Yo le dije que no, pero me insistió porque sino me iba a echar. Con temor, porque me temblaba todo, con 17 años, dije la hora y la temperatura. Después anuncié un tema y cuando terminó esa mañana que fue vertiginosa subió el dueño de la radio con el locutor que tendría que haber estado en ese lugar y me habían tendido una trampa para que yo salga al aire. Así fue como comenzó mi carrera. Un mes después estaba presentando a Los Pericos en el anfiteatro”.




