PUERTO IGUAZÚ. Pasaron ocho años desde que Librada Figueredo reinició su vida luego de ser juzgada y finalmente absuelta por la muerte -en 2002- de dos de sus hijos a causa de un cuadro de extrema desnutrición. PRIMERA EDICIÓN visitó a Librada en su casa actual, una humilde vivienda de madera que la Municipalidad le construyó en el barrio Los trabajadores de esta localidad. En la casa hay movimiento. Adentro, algunos de los chicos se aprestan para ir a la escuela y afuera, los más chicos juegan en el patio. Librada recuerda con tristeza la pérdida de sus hijos y lo que ocurrió después. Estuvo un año y siete meses presa porque el juez Roberto Saldaña la procesó por considerarla responsable de la muerte de una nena de un año y un varón de dos y medio, a fines del 2002. Era pobre y sigue siéndolo pero considera que salió adelante.“Los recuerdos siempre están, tengo en mi corazón lo que pasé que no se me borra, pero debo ser fuerte porque tengo siete hijos. Seguís adelante porque lo que pasó ya pasó y no hay vuelta atrás”, aseguró Librada a PRIMERA EDICIÓN.Actualmente está en pareja con un hombre que trabaja en una empresa. Según contó, cobra Asignación Universal por cuatro hijos, pero son siete los que viven con ellos en una precaria vivienda que les cedió la Municipalidad de Iguazú en 2004, cuando recuperó su libertad. “Estaba embarazada y pasé hambre en la cárcel”La vida de Librada no es mucho mejor que la que llevaba cuando murieron dos de sus hijos por desnutrición. Pero al menos hoy recibe un pago mensual en concepto de asignación familiar. “Salí adelante sola, es difícil, con todas las cosas caras, pero vamos para adelante”, indicó optimista la mujer. Los hijos más grandes la ayudan haciendo trabajitos cerca del barrio. También ellos recuerdan con tristeza aquellos hechos que los marcaron, primero la muerte de sus hermanos y después estar lejos de su madre que estuvo presa 19 meses. Librada no se olvida de lo que sufrió en la cárcel de Eldorado, donde tuvo a su hijo que hoy tiene nueve años, él nació allí. “Sufrí mucho en el calabozo de Eldorado, pasé hambre, y cuando comía era comida de chanchos, no tenía quien se ocupe de mí. Mi hermana se iba cada dos meses y me llevaba algo porque también es pobre”, contó y relató que “todo mi embarazo de siete meses estuve en la cárcel de Eldorado, muchas de las guardias me tenían rabia, me decían que tenía que pagar porque maté a mis hijos y tenía que sufrir, dormía en una cama de cemento”.“Entiendo a María Ovando”Librada se enteró por televisión sobre el caso de María Ovando, similar a lo que le sucedió a ella y no dejó de opinar al respecto. “Uno a veces estando sola y desamparada se siente muy bajoneada, y no tiene fuerzas para seguir adelante, ni para hacer algo para sacar adelante a esas criaturas. Si la enterró a la nena atrás de su casa fue por susto o de tanto que estaba mal, no se dió cuenta que estaba haciendo mal”.Tampoco pudo evitar comparar con su propia historia “cuando falleció mi nena, lo primero que hice fue llevarla al hospital, y ahí me agarró la policía, pero a ella no se le habrá cruzado por la cabeza. Sólo los que pasamos por algo así sabemos lo que uno sufre de verdad, los demás van a decir cualquier cosa”.“Yo la entiendo a María Ovando y siento mucho lo que pasó, yo también pasé por lo mismo, estuve adentro un año y siete meses, gracias a Dios salí”, señaló.Ahora Librada está con sus hijos. Después de ser absuelta, fue madre de otros tres chicos: el más pequeño de cuatro años, una nena de seis y un varón de siete. La familias se completa con el varón de nueve años (que nació en la cárcel), una nena de 13, un varón de 15, una adolescente de 17 que la convirtió en abuela, y la más grande, de 20 años, que se crió con la abuela.Pero a Librada no les siguen siendo fácil las cosas, y lo que le sucedió todavía es motivo de discriminación de parte de la sociedad. “Es una cruz eterna que llevo en la espalda, tengo dos vecinos que no me quieren y cualquier cosita me dicen gorda asesina, yo no digo nada, porque no saben lo que yo viví”, concluyó. Pobreza extrema y falta de asistenciaLos hijos de Librada murieron a mediados de setiembre de 2002 en el Hospital Samic de Puerto Iguazú como consecuencia de un severo cuadro de desnutrición. Tras la muerte de los dos chicos -Silvia, de un año, y José, de dos y medio-, la Policía inició un sumario a la madre, Librada Figueredo, por “abandono de persona seguido de muerte, agravado por el vínculo”. El juez de Eldorado; Roberto Saldaña, ordenó luego su inmediata detención y la procesó por considerar que la mujer no hizo nada para evitar que sus hijos murieran. Informe médico El procesamiento se basó principalmente en el informe del médico del hospital, que sostuvo que Silvia murió por “deshidratación grave, paro cardiorrespiratorio, síndrome del niño maltratado por omisión”. Y José, por “sepsis fulminante, paro cardiorrespiratorio, desnutrición grave, síndrome del niño maltratado por omisión, déficit vitamínico y nutricional”.A diferencia de lo que ocurrió en el caso de María Ovando, la fiscal que intervino en el caso de Librada, Claudia Katok, desistió de acusar a la imputada, decisión que fue apoyada por los defensores Benjamín Armoa y Pablo Novak, de la Pastoral Social de Puerto Iguazú. Librada asistió a todas las jornadas del juicio con su bebé de un año que nació en prisión. Al declarar, aseguró que siempre fue al hospital para que trataran a sus hijos, pero nunca pudo cumplir la dieta que les recomendaban por su situación de indigencia. Ramón Luis Aranda, el padrino de los chicos muertos, detalló durante el juicio que “los chicos tenían que vivir con un paquete de leche y polenta”. Vecinos y familiares confirmaron que Librada no recibía ningún plan social y vivía en una situación de extrema pobreza desde que emigró de Paraguay.





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