Días de dificultad para todos son los que se viven por estas horas en el país y el mundo. Y cada actividad tiene sus complicaciones. En el caso del deporte, por ejemplo, los atletas tienen que rebuscárselas para mantenerse pese al parate. No queda otra que entrenar en casa y, de paso, aprovechar para estar con la familia.
Uno de los que intenta llevar adelante su rutina diaria más allá del aislamiento es Alejandro El Cuervo Silva (26), recientemente coronado campeón súperwelter argentino de la Federación Argentina de Box (FAB), quien el último viernes debía defender por primera vez ese título, pero el coronavirus se interpuso, la pelea se postergó y ahora no queda más que entrenar para llegar de la mejor manera al día aún incierto del combate.
“Con la Tuti nos turnamos para entrenar en casa. En el garage tenemos pesas, bolsas, una colchoneta y algunos aparatos. Mientras uno entrena, el otro cuida de nuestra hija. Y así vamos trabajando en el día a día”, contó a EL DEPORTIVO el posadeño, quien comparte su vida y la pasión con el box junto a Yésica Tuti Bopp, nada más y nada menos que la campeona minimosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Cuervo, toda la expectativa por la primera defensa del título súperwelter tendrá que esperar…
Sí sí. Tenía mucha expectativa porque habíamos conseguido apoyo de la intendencia e iba a pelear después de mucho tiempo de vuelta acá, en Avellaneda, donde vivo. Estaba muy contento, porque estaba todo listo y la pelea debía ser el viernes 20, pero bueno, toda esta cuestión del coronavirus obligó a postergar el combate.
¿Tenías rival definido?
La cosa más o menos fue así. Estaba todo encaminado y primero iba a pelear con un venezolano, por un título vacante internacional. Sin embargo, ante las primeras restricciones por el coronavirus, ese rival no podía entrar al país.
Fue entonces que armamos esa primera defensa del súperwelter, con un rival que actualmente es cuarto en el ránking argentino. Esa pelea la verdad es que convocaba mucho. ¿Qué pasó? Como acá en Avellaneda en principio se prohibieron las aglomeraciones de más de 20 personas, tuvimos que cambiar de escenario. Eso fue la semana pasada.
Ahhh… ¿y dónde iba a ser?
Entre mi representante y el intermediario se consiguió entonces que la pelea se llevara a cabo en la propia Federación Argentina de Box, sobre calle Castro Barros, en el barrio porteño de Almagro. Yo ya me estaba entrenando, estaba todo listo. Como ya los gimnasios estaban cerrados, la última etapa de entrenamientos la hice en casa, más que nada para dar el peso.
Pero el último lunes a la noche nos enteramos que desde la FAB suspendían todos los eventos hasta el 31 de marzo. Y bueno, no queda otra que esperar.
¿Cómo te cayó la noticia?
Y bueno (se ríe)… ¡Me quería matar! (vuelve a reírse). Pero uno entiende que la situación es grave y que tenemos que hacer todo para evitar que este virus se propague. A la cabeza no la pude parar, así que el viernes a la hora de la pelea estaba tomando mates con mi señora y me corría la adrenalina por la sangre. Es como ya tenía mentalizado mi cuerpo que a esa hora tenía que estar arriba del ring.
Y a entrenar en casa…
Tal cual. En casa tengo armado, en el garage, una suerte de gimnasio, con una bolsa, una cinta, colchonetas, algunas mancuernas. Y con la Tuti nos entrenamos para entrenar. Mientras uno entrena, el otro cuida de Ariadna, nuestra hija, que tiene cuatro años. Y después al revés. Y así le vamos peleando a los días.
¿Cómo se vive la pandemia de coronavirus en Avellaneda?
Es una situación que preocupa y mucho. Con mi familia, siempre tratamos de cuidarnos, al punto que tratamos de consumir mayormente productos orgánicos. Y ahora, mucha vitamina C.
Lo que noto es que hay mucha gente que está muy asustada. Obviamente, el motivo es entendible, pero no para llegar al punto de golpear a un ciudadano chino, como vi el otro día un video en las redes sociales. Eso no me va. Si hay alguna persona que no está cumpliendo la cuarentena, o que vino de afuera y no se aisló, hay que llamar a las autoridades y listo.
Nosotros con la familia tratamos de respetar las normas que se aplicaron desde el Gobierno y a nivel mundial. Hay que cumplir con los requisitos y no caer en la psicosis. Si todos cumplimos con todo, no tendríamos por qué tener miedo.
Es por eso que tratamos de inculcarle ese temor a nuestra hija. Si no lo hacemos nosotros, ¿qué queda para las personas de riesgo, que tienen una patología de base? Esto es una lucha que tenemos que dar todos y entre todos.
¿Cómo imaginás el día en que se levante el aislamiento obligatorio?
No sé si se va a prorrogar o no, dependerá mucho de lo que pase en estos próximos días. Lo que es cierto es que, si se levanta, ese 2 de abril seguramente va a ser una locura, imagino a todos saliendo a las corridas.
Pero bueno, insisto, tengo fe en que todo va a volver a la normalidad. Y no solo por el tema de la enfermedad y poder volver a la rutina diaria, si no también por todos los que laburan el día a día y hoy están complicados para seguir. Pero bueno, primero lo primero. Hay que cumplir con la cuarentena para que el virus no se expanda y todo esto termine cuanto antes.