Una “imagen de postal” que se tiñe con los colores de cada estación regala la parroquia San Luis Gonzaga cuando se “baja” por zigzagueante tramo de la ruta nacional 12, poco después pasar Puerto Rico. Un espacio que además sabe de la historia de este pueblo y del sacrificio de sus pioneros, pues fueron ellos quienes lo soñaron, quienes lo proyectaron y lo levantaron.
La Parroquia San Luis Gonzaga se construyó en 1926, con ladrillos y madera, bajo el asesoramiento del padre Federico Vormann, muy cerca del edificio actual, y durante muchos años fueron los sacerdotes de Puerto Rico quienes estuvieron a cargo. Incluso aún está latente en el recuerdo de quienes eran niños por entonces que en los primeros tiempos sólo una vez al mes llegaba un sacerdote para celebrar la misa y administrar los sacramentos y los domingos los vecinos se reunían para rezar y cantar en una pequeña casa de madera que hacía de escuela. Finalmente, en 1940 se colocó la piedra fundamental de la iglesia que hoy “viste” a este rincón de la tierra colorada, ya bajo la conducción del padre Francisco, obra en la que ayudaron unas cincuenta familias. Tres personas trabajaban permanentemente y una vez por semana o cada catorce días, una familia colaboraba durante toda la jornada.
Así fue como sólo cuatro años después las celebraciones religiosas ya se cumplían dentro del nuevo templo, apadrinado por Juana Antonia Trasel de Strieder y Antonio Johan y en 1948 llegó el capellán Enrique Mauel, pues se creó por decreto la vicaría en Capioví. Aunque pocos meses después debió retirarse hacia Chile por razones de salud, afectado de tifus.
Según datan algunos archivos, el primer matrimonio cristiano se celebró el 9 de julio de 1924 entre Albino Ely y Filipa Johan, aunque en los registros de la parroquia figura como primer enlace el de Gilberto Sárate y Francisca Acosta, 4 de julio de 1948. También está registrado el primer bautismo, el 8 de mayo de 1948, y ese mismo año se concretó la primera comunión, sacramento que recibieron Amalia y Juana Strieder, Norberto y Wanda Kleiner, José y María Freiberger, Lindolfo y Olga Borgman, Rodolfo y Augusta Forster, Benjamín Träsel y Lucía Werle, además de Enrique, Sofía, Rodolfo y María Riedmaier. Recién cuatro años más tarde -en 1952- se celebró por segunda vez la primera comunión, con sólo ocho participantes.
Mauel dejó un gran legado al poblado, la torre de la iglesia, que se terminó de construir poco antes de su partida. Obviamente fueron muchas las familias que hicieron posible, con su aporte, este gran edificio, como Riedmaier, Strieder, por sólo nombrar algunas.
Aunque no fue hasta 1961 cuando se creó la parroquia de Capioví, con Juan May como cura párroco.
Muchas son las anécdotas que surgen alrededor de su historia, como cuando se colocó el cielorraso, en 1971, se accidentó uno de los trabajadores y su recuperación costó tanto como la realización de esa obra.
Por razones de salud, en 1976 se retiró -después de once años el sacerdote Luis Fischer, continuando el P. Eduardo Soldyga, quien hizo de apoderado legal del colegio. Desde marzo 1976 hasta octubre de 1978 estuvo de párroco el P. Jaime Vorwerk. Le sucedió el P. Martín Weichs.
A partir de entonces, sólo se hicieron tareas de mantenimiento del templo, especialmente a partir de 1980, cuando se realizó su parquización, se construyó el salón parroquial completamente de material, se revistió el interior del templo con machimbre y fue pintado el techo y la torre.
Además, se mejoró el sistema de sonido y se colocaron ventiladores de techo. A fines de 1990 se inauguró el nuevo salón parroquial, más amplio que el anterior.