En el transcurso de los años, hombres y mujeres de la tierra colorada, forjaron un fascinante futuro a través de las distintas ramas del arte, la música, la danza, la pintura, la literatura; la ciencia; la tecnología y otras tantas actividades que van dejando huellas imborrables en diversos ámbitos a lo largo y ancho de la provincia.
Por eso, PRIMERA EDICIÓN, distingue a aquellos protagonistas comprometidos con Misiones, con el arte y la cultura. Es así que en esta oportunidad se reconoce a Luis Marinoni, director del Ballet Folclórico del Parque del Conocimiento.
Luis nació en Posadas, el 27 de abril de 1974, hijo de Adela López y de Abrahan Marinoni. Estudió en la Escuela Primaria Nº 527 y luego en el colegio Roque González, y la secundaria en la Comercio 1 de Posadas.
Es bailarín, coreógrafo especializado en danzas folklóricas argentinas. Es director y coreógrafo de los festivales populares más importante del país como la Fiesta Nacional del Chamamé, Festival Nacional de la Música del Litoral y fue coreógrafo de la apertura del Ballet Folclórico Nacional de Cosquín.
Nos ha representado en diversos países como Paraguay, Chile, Uruguay, México, Francia, España, Suiza, Japón, Egipto y Dubái, entre otros destinos.
Marinoni, durante su trayectoria obtuvo varios premios y reconocimientos: fue premiado como uno de los 10 jóvenes sobresalientes de Misiones en superación y logros personales. Recibió el “Mensú de Oro”, uno de los máximos premios que se otorga en Festival Nacional de la Música del Litoral, Premios TOYP y varios Arandú y también fue convocado como coreógrafo para la ceremonia oficial de la visita del papa Francisco a Paraguay.
El descubrir de una pasión
“De chico sentía que me atraía estas cuestiones que tenían que ver con lo popular, me gustaba las ceremonias, las fiestas donde había mucha gente, me gusta observar los comportamiento de las personas y entre medio de esas cuestiones, y con apenas seis años, le pedí a mis padres estudiar en una escuela de danzas, entonces me anotaron en la academia de Hermelinda “Chiquita” de Odonetto con quien inicie mis estudios. Aunque no entendía mucho todavía, pero con el tiempo fui comprendiendo muchas cosas” asegura.
“Luego dejé la danza por un período y retomé a los 17 años, ya con una visión mucho más concreta, quería hacer algo que sea distinto. Entonces tuve que armarme de elementos y de cosas que me imaginaba para poder lograrlo, y en esa imaginación me venían los recuerdos, de las películas de Santiago Ayala, películas que vi varias veces, y decía eso es lo que quiero hacer, y de hecho está muy reflejado en mi trabajos de hoy” confía.
En busca de sus sueños, “a los 21 años decido irme a Buenos Aires y en esa decisión me viene la gran suerte acompañado con mi gran deseo, porque todas las cosas muy deseadas, se cumplen y yo deseaba mucho formar parte del elenco del Ballet Folclórico Nacional. Hasta que en el año 1996 entré al Ballet y bajo la dirección de los maestros Santiago Ayala y Norma Viola, estuve 18 años. Con ellos aprendí mucho, pero fundamentalmente me enseñaron el compromiso” aseguró.
En ese lugar “comprendí cuál era la tarea del maestro, y todo el tratamiento previo, que no era solamente pasar las corografías o de enseñar determinadas cuestiones, sino tenía que ver con un compromiso, con algo y ese compromiso era con lo social, era con la gente. Entonces cerré círculos y sabía desde qué lugar tenía que trabajar y cuál era mi objetivo. Entendí que los hechos artísticos tienen que ver con algo que uno quiere decir con el alma, con la magia del “folclore” que es el saber de la gente, que no se puede explicar con un lenguaje fácil, que tiene que entrar la emoción. De hecho, las obras que pongo en escena, tienen que tener todo ese complemento, tiene que tener aroma, color, tiene que tener la mirada de la gente, si la gente no se refleja en las obras y no se emociona, no recuerda su pasado, significa que el trabajo no está bien hecho” reflexionó.
Estilo de vida
“El folclore es mi vida, no me veo de otra forma, siento que con cada acción que hacemos con el Ballet contribuimos a algo majestuoso, estuvimos en todos los escenarios, desde el más chico hasta el más lindo, con todos los equipamientos y también con nada y en cada una de ellos vivimos una experiencia increíble, la devolución calurosa del público compensa todo”.
“Soy un agradecido de haber estado con Norma Viola y que ella me haya abierto la puerta de su Ballet. Después de haber anhelado el Ballet Folclórico de la provincia, y hoy lo tenemos, ya no puedo pedir nada sólo agradecer a la vida, a mis padres a mis bailarines, al destino a la suerte, a todos”.
Para terminar reflexionó “al final de este camino, quiero que todo esto quede, y que las generaciones que siguen puedan tener esto como un Patrimonio de la provincia, que las obras se sigan bailando, porque cada una de ella ha nacido con mucho amor y cariño. De hecho todas las producciones, el vestuario todo, es el resultado de varios años de entrega, nada de lo que se ve, ha sido regalado, todo se consiguió con gran esfuerzo y que eso se mantenga con el tiempo, es mi mayor deseo. No me gustaría que se pierda ese valor, fundamentalmente porque cada una de las cosas que hacemos son los ojos de nuestra gente” finalizó.