BUENOS AIRES (NA). La presidenta Cristina Kirchner afirmó que la medida de fuerza de la CGT y la CTA opositoras “no fue una huelga, ni un paro, ni siquiera un piquete”sino “un apriete y una amenaza”.“A mí no me corre nadie y mucho menos con amenazas, patoteadas o matones. Esos no son los dirigentes que querían Perón y Eva”, disparó la Presidenta, durante un acto en la localidad bonaerense de San Pedro por el Día de la Soberanía.Además sostuvo que cuando se enteró que un grupo de manifestantes había atacado el Café Tortoni no se sorprendió porque “fueron los mismos que quemaron las urnas en Catamarca”, en alusión al líder del gremio de gastronómicos, Luis Barrionuevo.“Yo estoy de acuerdo con el derecho a huelga, pero no con el corte, el bloqueo o la amenazas”, agregó la jefa de Estado luego de recordar nuevamente que en la Constitución de 1949 no estaba contemplado el derecho a huelga.Además, la mandataria dijo que le “gustaría de corazón” que “todos los dirigentes, principalmente aquellos que dicen representar a los trabajadores, estuvieran preocupados por preservar y proteger las fuentes de trabajo, que es el problema ante un mundo que se derrumba”.“Además de ser militante también soy hija de sindicalista, mi vieja, esa que va a la cancha, fue casi treinta años secretaria gremial, le tocó llamar a muchas huelgas pero jamás obligó a los trabajadores a hacer nada”, indicó en alusión a los piquetes y cortes en los accesos a Capital Federal.“El silencio de las calles”El líder de la CGT Azopardo, Hugo Moyano, sostuvo que el nivel de acatamiento al paro nacional fue “mucho mayor” a lo que preveían y pidió a la presidenta Cristina Kirchner que “escuche el silencio de las calles”.El camionero se pronunció de esa forma al brindar una rueda de prensa en la sede de la CGT de Azopardo, acompañado por los dirigentes de su central y los demás organizadores de la huelga, entre ellos el titular de la CTA opositora, Pablo Micheli, el de la Federación Agraria (FAA), Eduardo Buzzi, y los gremialistas de la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo, Ricardo Cirielli y Carlos Acuña. Allí los sindicalistas hablaron de un acatamiento de “más del 90%” de los trabajadores de esas centrales y lanzaron fuertes críticas contra los funcionarios de la Casa Rosada que previamente habían salido a descalificar la jornada de protesta.Estuvieron además de la plana mayor de las CGT y CTA opositoras, el delegado de la línea ferroviaria Sarmiento, Rubén “el Pollo” Sobrero, el dirigente del Polo Obrero, Norberto Pitrola, y el líder de la FUA, Emilio Cornaglia.Y al momento de tomar la palabra, todos los sindicalistas coincidieron en que si el Gobierno sigue sin dar respuestas “se profundizarán” las medidas de fuerza.Además destacaron que hubo trabajadores de gremios de la CTA de Caló y la CTA de Hugo Yasky que se plegaron al paro, pese a que sus líderes no adhirieron, y entre ellos nombraron a los docentes de Ctera, los mecánicos de Smata, los metalúrgicos de la UOM y trabajadores del subte y de algunas líneas de colectivos que están en la UTA.“Hoy es un día de fiesta, donde todos los que hemos cumplido esta jornada tan importante nos sentimos con enorme satisfacción porque sabemos que estamos cumpliendo con nuestro deber”, sostuvo Moyano y agregó que “sin ninguna duda ha sido una jornada que ha tenido una adhesión mucho mayor que lo que imaginábamos”.“Realmente se ha expresado en el vacío que hemos encontrado en la ciudad, en los establecimientos, en las rutas. Ha sido una jornada realmente importantísima y yo me imagino que el silencio de las calles y en las empresas es la voz que el Gobierno debe escuchar”, apuntó en conferencia de prensa en la sede de la CGT.El líder camionero también envió un mensaje a la CGT oficialista del metalúrgico Antonio Caló, al señalar que “seguramente otros no sentirán la misma satisfacción de defender los intereses de los trabajadores” y repudió las críticas de los ministros, al señalar que “como ocurre siempre desde la épocas de los militares se intenta desvirtuar el reclamo de los trabajadores con funcionarios de cuarta que dicen cualquier disparate”.Y criticó especialmente -sin nombrarlos- al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y al senador Aníbal Fernández por sus cuestionamientos al paro: “Parece que algunos nos quieren denunciar por extorsión pero yo no me voy a ir en un baúl de ningún coche”, dijo sobre este último.Por su parte, el titular de la CTA, Pablo Micheli, se esperanzó en que el Gobierno tenga la “madurez política” que mostraron las centrales sindicales, quienes -sostuvo- pese a sus “diferencias” se pusieron “del lado de los trabajadores”.“Esto demuestra que el Gobierno ha perdido el control de los gremios, por eso debería que hacer lo que hicimos nosotros y juntar esta diversidad, porque tenemos diferencias, pero esas diferencias no nos impidieron para ponernos del lado de los trabajadores”. Protestas: del 8N al 20N (Especial de NA, por Mariano Spezzapria). Las imágenes que predominaron en el primer paro nacional de la era kirchnerista confirmaron que muy difícilmente puedan sacar rédito de la medida sindicalistas como Hugo Moyano, aunque también ratificaron el crecimiento de un clima de protesta que se expande por distintos sectores de la sociedad.De hecho, según pudo saber Noticias Argentinas, fue el propio Moyano quien decidió que el paro de esta jornada no contara con una movilización central, temeroso de que pudiera compararse su convocatoria con la multitudinaria marcha de protesta contra el Gobierno nacional que se conoció como el 8N.Por eso Moyano y otros dirigentes como Pablo Micheli dieron rienda suelta a agrupaciones sociales y sindicales de base para la realización de piquetes que apuntalaron el paro, pero que al mismo tiempo le dieron al Gobierno la chance de canalizar críticas en una estudiada estrategia comunicacional.El novedoso acercamiento de Moyano a sindicalistas de izquierda, con los que hasta hace poco tiempo atrás no hubiera compartido una medida de fuerza, sólo se puede explicar por el quiebre de la alianza que benefició al Gobierno entre 2003 y 2011, pergeñada y cultivada por el ex presidente Néstor Kirchner.En medio de su pelea con el cristinismo, que lo marginó del cuadro oficialista, Moyano tampoco dudó en compartir espacio con dirigentes como Luis Barrionuevo -que hace años abandon&a
mp;oacute; la CGT ahora conocida como Azopardo- ni con el propio Micheli, pese a que siempre se opuso a la personería jurídica de la CTA.La agenda que despliega el jefe Camionero tiene, igualmente, puntos de contacto con socios tan disímiles: la eliminación del Impuesto a las Ganancias, que se lleva un sueldo completo al año del 30% de los trabajadores; las críticas a la nueva Ley de ART, las asignaciones familiares y las obras sociales.Al margen de sus aliados, entre quienes también se encuentra Eduardo Buzzi, Moyano se anotó dos puntos a su favor en el enfrentamiento con los gremios “oficialistas” que le dieron la espalda en la CGT: los ferrocarriles del área metropolitana estuvieron parados casi en su totalidad y más de la mitad de los comercios porteños permaneció cerrado.La Ciudad de Buenos Aires tuvo muy escasa actividad -“hay que escuchar el silencio de las calles”, aconsejó Moyano- en buena medida por el paro de los bancos y porque la gente decidió no viajar o intentó y no pudo conseguirlo debido a los piquetes.Así las cosas, es dudoso que figuras como Hugo Moyano salgan fortalecidas en términos políticos y es improbable que sus alianzas se repitan en el futuro. Aunque jornadas como la de este martes, condensan -en sintonía con lo que sucedió en la marcha del 8N- un clima social adverso a los intereses de la Casa Rosada.





Discussion about this post