PUERTO RICO. Un informe de Inteligencia, de carácter reservado, advirtió a la UR IV del robo fraccionado y sistemático de marihuana de la comisaría seccional Primera, pero nadie movió un dedo hasta que el escándalo estalló en sus manos. Al parecer, cuando las autoridades intentaron reaccionar, la Justicia Federal de Eldorado había tomado la riendas del asunto. Dicen que hubo un último llamado de auxilio al Juzgado de Instrucción 1 de Puerto Rico, pero la respuesta habría sido contundente: no era un tema de su incumbencia ni de su competencia.Esa circunstancia habría tensado aún más la mala relación entre la Policía y el juez Éctor Acosta, que alcanzó su pico de mayor rispidez con la pista falsa que involucró al hijo del magistrado en el crimen de la joven Angélica Ramírez.La interna policial en la UR IV recrudeció a niveles insospechados el 3 de septiembre pasado, cuando una patrulla de Prefectura Naval Argentina detuvo a un oficial del Comando Radioeléctrico de Puerto Rico con 123 kilos de marihuana.El contenido de aquel informe reservado volvió entonces a la memoria de los altos mandos y estos no dudaron en sindicar al autor como el hombre que filtró la información a PNA y a los medios de comunicación.A partir de ese momento también se estiró la brecha entre los “fieles” y los “traidores”, en el marco de una interna que perdura aún hoy en la UR IV, pese a los cambios en la conducción.Con posterioridad se supo que aquellos 123 kilos de marihuana incautados en poder del oficial del Comando Radioeléctrico, que semanas antes cumplía funciones en la comisaría Primera, eran parte de los 4.200 kilos secuestrados en un procedimiento en el paraje Puerto Triunfo, jurisdicción de Ruiz de Montoya.En ese operativo antidrogas, realizado en marzo pasado, nació la discordia entre la Policía y PNA.Al parecer, era un cargamento monitoreado por la fuerza de seguridad federal y sus pares locales, pese a saber de esa circunstancia, procedieron igualmente a secuestrarlo.Fuentes del caso indicaron que, ya en ese momento, se sabía que la historia no terminaría ahí, que el pase de facturas era un hecho.Y si había dudas, se disiparon por completo unos seis meses después. PNA detenía a un oficial de Policía con 123 kilos de marihuana en su coche particular, un Fiat Palio blanco.Resultó ser que el infiltrado de PNA habría sido el mismo hombre que coordinó el operativo en Puerto Triunfo y el supuesto comprador de la droga que llevaba el policía, un ciudadano paraguayo considerado como su más inmediato colaborador.Ambos, el agente encubierto y el ciudadano extranjero, terminaron detenidos el 19 de octubre pasado por orden de la jueza Federal de San Martín, Alicia Vence, por su vinculación con un cargamento de tres toneladas de marihuana decomisado en la localidad bonaerense de Zárate. No se descarta que en el mismo estuvieran los mil kilos robados de la comisaría Primera de Puerto Rico. Una estrategia mal ejecutadaCuando la información sobre el arresto de un oficial con 123 kilos de marihuana trascendió los límites del silencio, desde los más altos niveles de la Policía se iniciaron contactos para que la causa fuera instruida, al menos en sus inicios, por la Justicia ordinaria.La intención habría sido aparentar que la detención del oficial, por su vinculación con el robo de mil kilos de marihuana de la comisaría seccional Primera, había sido fruto de una investigación de la UR IV.Pero, a esa altura de los acontecimientos nada podía hacerse o mediar para impedir el escándalo. Incluso el mismísimo juez Federal José Luis Casals estaba ya en camino a la dependencia policial de Puerto Rico.Trascendió también que el enorme malestar que despertó en las autoridades del Juzgado Federal de Eldorado que los mismos policías, que estaban en el centro de las sospechas, hubieran ingresado a la dependencia policial y contado el faltante de droga.Esa acción podría ser castigada por la Justicia Federal. Y no es para menos, es muy probable que se hayan borrado, por desconocimiento u omisión, huellas o rastros de significativo valor para la causa.Además, en ese momento, de alguna manera, todos los policías eran sospechosos. Entonces resultaba poco ético que ellos mismos encabezaran la investigación.





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