PUERTO RICO. La luz de la Justicia pareciera alumbrar el camino hacia el esclarecimiento definitivo del crimen de Angélica Ramírez (14), cuyo cuerpo apareció la mañana del 27 de septiembre a un costado de la calle Pionero Kuhn, a unos doscientos metros del nuevo acceso a este municipio. El resultado de la prueba de ADN detectó la presencia de rastros genéticos de la víctima en la indumentaria del panadero detenido en averiguación del hecho.Obviamente, la situación procesal de este hombre, de 51 años, asoma más comprometida que nunca. El camino hacia un posible auto de procesamiento aparece ahora liberado, sin obstáculos a la vista, más allá de las estrategias y recursos de la defensa.Sin embargo, ni el resultado de una prueba contundente como esta, considerada de certeza por la Justicia, puede disimular los entretelones de una investigación que rozó el límite del escándalo y dejó al descubierto una feroz interna dentro de la Policía de Puerto Rico.Y lo que es peor, la mala relación existente entre la fuerza de seguridad provincial y el juez de Instrucción 1 de ese municipio, Éctor Acosta.La áspera relación llegó a su capítulo de máxima tensión con la pista falsa, que la propia Policía, se sospecha, se encargó de posicionar, incluso entre los familiares de Angélica Ramírez, que relacionaba al hijo del magistrado con el crimen.La rigurosidad científica de los investigadores, un modelo que bien podría imitar la mismísima Scotland Yard, se apoyaba nada menos que en una comunicación telefónica efectuada por una mujer, para colmo en forma anónima.Los uniformados consideraron esa circunstancia -una llamada anónima- elemento suficiente para posicionarla en la causa, al punto que motivó el apartamiento del magistrado.Lo cierto es que cuando debieron confirmar esa línea de investigación en sede judicial, no hicieron más que incurrir en contradicciones.Los hombres que impulsaron esa teoría, que a este diario le insumió sólo diez minutos descartarla, eran cercanos al entonces jefe de la UR IV, Roberto Bernal, quien finalmente debió resignarse y abandonar ese cargo.En realidad, duró más de lo pensado, sobre todo si se considera el escándalo desatado en esa jurisdicción con la sustracción de más de mil kilos de marihuana de la comisaría seccional Primera. Por esa causa hay, actualmente, cuatro policías detenidos, además de un ex convicto. Aún así, Bernal capeó el temporal y se mantuvo en el cargo. Pero la puesta en escena no termina allí. Desde las filas contrarias a Bernal aseguraron a este diario que el llamado telefónico anónimo que supuestamente involucró en la causa al hijo del magistrado, jamás existió y que se habría tratado de una estrategia para sacarlo del medio.La pista “Acosta” causó mucho daño a la causa. Hasta los medios nacionales, incluido el canal de noticias TN, habló de “los hijos del poder otra vez”.Ayer, el intendente de Puerto Rico, Federico Neiss, manifestó sus reservas respecto del resultado de la prueba de ADN y de la seriedad de la investigación. “hay cosas que no son del todo claras”, afirmó. El inicio de la internaLa interna policial en la Unidad Regional IV, con asiento en Puerto Rico, se inició en abril de este año, cuando trascendió la información sobre la detención de una camioneta en Corrientes con unos 500 kilos de marihuana.Según se informó en aquel entonces, el vehículo estaba bajo resguardo de la Justicia penal de Puerto Rico, pero nunca trascendió el motivo o circunstancia de su secuestro en la vecina provincia.No obstante, la trascendencia de la información no cayó nada bien en el seno de la UR IV, que apuntó sus sospechas a ciertos hombres de la Unidad.A partir de ese momento se formaron dos grupos: el de los “traidores” y de los “fieles”.La cuerda se tensó casi al máximo en septiembre pasado, cuando un oficial de la comisaría seccional Primera de Puerto Rico fue detenido con 123 kilos de marihuana, a la altura de Puerto Leoni.En el procedimiento intervino una patrulla de la Prefectura Naval Argentina.La cúpula policial volvió a cargar sus sospechas contra el mismo grupo de uniformados al que acusó de traidor meses antes por el procedimiento antidrogas en Corrientes.Y la relación terminó de quebrarse a partir del crimen de Angélica Ramírez, cuando surgió la pista del hijo del juez Acosta.Una fuente de la misma fuerza de seguridad provincial indicó que los detectives pretendieron forzar esa línea investigativa y arrastrar hacia ella a los que no estaban de acuerdo, por lo endeble de la prueba, entonces se dio origen a la ruptura definitiva. Mal comienzoLa investigación por el crimen de Angélica, al menos en esta etapa de la instrucción, se caracterizó por sus ribetes escandalosos.La Justicia incurrió en una serie sucesiva de traspiés. Uno de ellos se produjo ni bien arrancó la investigación, con la realización de la primera autopsia, que catapultó la teoría de un homicidio macabro, en el que la víctima habría sido violada, sometida a torturas y asesinada a golpes por dos o más personas.Discrepancias de raíz con la Policía Científica alentaron la realización de una segunda necropsia.Para ello, los familiares y allegados de Angélica debieron revivir el dolor de la exhumación del cuerpo.En esta ocasión, intervino el Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial en Posadas. El resultado fue diametralmente opuesto. No hubo torturas ni violación y un solo autor. El panadero está acorralado y prevén su pronto procesamientoEl resultado de la prueba de ADN, realizada en un laboratorio de Buenos Aires, confirmó la presencia de sangre de Angélica Ramírez en las zapatillas, el pantalón y una camisa del panadero de 51 años detenido en averiguación del hecho.La contundencia de esa pericia se suma a otros indicios probatorios recabados por la división Criminalística en la escena del cruel episodio criminal.Entre ellos, una pisada que resultó coincidente con las suelas de las zapatillas del acusado, secuestradas en un allanamiento en su domicilio.Además, se cuenta con las lesiones que el panadero tenía en la parte superior del brazo derecho, que no se corresponderían con la versión de que se las produjo lavando su vehículo.La prueba genética fue agregada ayer al expediente que, al menos por el momento, sustancia la juez Laura Marcela González, de Jardín América. La frase “por
el momento” guarda relación con el hecho de que el Tribunal Penal 2 de Posadas, aún no resolvió el rechazo a la inhibición del juez Itálico Lirussi, juez del fuero Civil de Puerto Rico, y el pedido de apartamiento de González efectuado por la defensa del panadero.Mientras tanto, la investigación judicial sigue su ritmo. El único detenido e imputado en la causa amplió ayer su declaración indagatoria en el Juzgado de Jardín América.Allí ratificó su inocencia y se desdijo de la primera versión que dio en sede judicial, de que no conocía a Angélica.En esta oportunidad afirmó que sí la conocía aunque de vista, como se dice popularmente para figurar que no tenía trato con ella.El acusado reiteró cada uno de los movimientos que efectuó la noche en que mataron a la muchacha de catorce años.Según la reconstrucción del hecho, Angélica recibió un puñetazo ascendente en la mandíbula que la dejó al borde del desmayo. Así fue arrastrada de los pelos hacia un costado de la calle Pionero Kuhn, donde recibió entre cuatro y cinco palazos en la cabeza, todos mortales. En ese lugar, se incautó el arma homicida. Criminalística estuvo a la alturaEn medio de una fuerte interna policial, centrada más en intereses personales que en la necesidad acuciante de esclarecer un crimen atroz como el de Angélica, la división Criminalística de la UR IV fue la excepción a la regla.Con el licenciado Marcelo Maslowski a la cabeza, resultó clave para la realización de la segunda autopsia al sostener que no había indicios en la escena del hecho que aventuraran la teoría de dos o más participantes en el homicidio de la joven.Maslowski trabajó conjuntamente con el perito, comisario general y también licenciado en Criminalística Martín Duarte.Merced al trabajo de campo que realizaron, se pudo establecer que una de las pisadas “levantadas” en el escenario del asesinato se correspondía con las suelas de las zapatillas del panadero de 51 años, secuestradas en su domicilio.Además, se pudo dar con la rama de pino utilizada para golpear en la cabeza a la víctima. Esos elementos robustecen la prueba de ADN como soporte acusatorio. Detectives bajo la lupa de la Justicia FederalPRIMERA EDICIÓN publicó en exclusiva la detención de un oficial del Comando Radioeléctrico de Puerto Rico con 123 kilos de marihuana, cargamento que transportaba en su coche particular, un Fiat Palio blanco.Ocurrió el 3 de septiembre pasado y desde ese momento, desde la UR IV se sindicó a un grupo de uniformados como responsable de filtrar la información a la prensa.La interna recrudeció a niveles insospechados. Incluso, muchos de esos hombres, no alineados con la cúpula de la UR IV, comenzaron a ser investigados por su presunta vinculación con la sustracción de una tonelada de marihuana de la comisaría seccional Primera.La causa está en manos de la Justicia Federal de Eldorado, a cargo del magistrado José Luis Casals.Hasta el momento, hay cinco personas detenidas, cuatro de ellas policías de esa Unidad.





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