POSADAS. Madre hay una sola. No hay que discutir a la sabiduría popular, pero debería agregarse que “hay algunas que valen por miles”. Con esta premisa, y para homenajearlas a todas en su día, PRIMERA EDICIÓN, eligió tres historias que seguro van a llegar al corazón, ya que están impulsadas por la fuerza del amor. La primera tiene como protagonista a Natalia Acuña, fundadora (junto a su esposo Freddy Pérez) del Hogar Pequeños Milagros. Ella fue elegida recientemente como Mamá del Año 2012 de la revista Selecciones, por su historia de lucha, de amor y de milagros.Natalia y Freddy no pudieron tener hijos biológicos, tras varios intentos con la medicina reproductiva, y cuando atravesaban quizá la peor época para ellos, decidieron instalarse en Posadas, donde de a poco empezaron a considerar la posibilidad de una adopción. Luego de averiguar los requisitos, comenzaron su búsqueda. La pareja visitaba muchos hogares y en uno de ellos, el hogar de niñas “Isabel Llamosas de Alvarenga” conocieron a Hilda, de 9 años quien tenía otros dos hermanos, pero la pareja sólo pudo adoptar a Fabián de 7, ya que el más chiquito vivía con otra familia. Todo cobró un sentido distinto y hermoso, hasta que la vida les mostró que les tenía preparado algo más. En uno de esos hogares, conocieron a la pequeña Milagros. El relato de cómo ocurrió es de lo más conmovedor. “Determinada, Milagros de un año y medio plantó su mirada en Natalia y estiró sus manitos para que la levantara. Se aferró a sus brazos y lloró desconsoladamente al separarse. Fue tan intenso lo que generó aquel momento, que la pareja comenzó a visitarla a diario. Pero todo se complicó cuando Milagros fue adoptada por otra familia. No la verían más… Abatida por el dolor, Natalia lloraba sin consuelo todos los días hasta que Freddy le propuso cambiar el dolor en esperanza: “¿Cuántos chicos como Milagros están en la calle sufriendo y gritando en silencio sin ser escuchados? Tenemos tanto amor para dar que en cada chico que llega veremos a Milagros”. Ambos tenían un nuevo propósito.Con sus propios recursos, la pareja alquiló una casa, la acondicionaron, la pintaron, y le pidieron autorización al juzgado de menores para recibir niños desamparados. El Hogar “Pequeños Milagros” abrió sus puertas en noviembre de 2008, cuando una mañana de primavera, de las manos de un defensor de menores, recibieron a la primera niña para cuidar. Pasaron ocho meses de intenso trabajo con los niños, aprendiendo a dar y recibir amor, brindándoles alimentos, procurando la salud, atentos a su educación. Un día se acercó un chico a pedirles ayuda: se había escapado de un hogar en donde se sentía maltratado. Inmediatamente, la familia dio aviso al juzgado, que les solicitó al hogar que cuidaran de él y de sus hermanitos. Aceptaron sin sospechar la sorpresa que se llevarían al pasar a retirar a los niños. En aquel Hogar, entre ese grupo de hermanos que aguardaba el traslado, estaba la pequeña Milagros. Como una maravillosa obra del destino, la vida los volvía a poner frente a frente. Hoy, Natalia y Freddy están a punto de concretar la adopción de Milagros. Actualmente viven en el hogar, junto con otros 17 niños. Natalia los contiene y los abraza, y lucha día a día para que se respeten sus derechos y que nos les falte nada.Actualmente, Milagros tiene cinco años, es locuaz, le divierte ir al jardín, bailar y jugar. Es feliz, contenida y cuidada por sus padres. Un día, se maravillará con la historia de amor que protagoniza sin saberlo, del aventurado viaje que una pareja emprendió para tenerla como hija y de cómo resultó ser la fuente de inspiración de una obra esperanzadora.Para cerrar, un fragmento del pensamiento de la mamá del año: “No debemos nunca acostumbrarnos al sufrimiento de un niño, asumamos nuestro compromiso como adultos, cada uno desde su lugar puede ser parte de un pequeño milagro”.El desafío de hacerlo solaEstela es mamá soltera de tres niños: una niña y dos mellizos varones. Con los tres “Todos los días un desafío nuevo. Más ahora que están en entrando en la adolescencia”.El oficio de ser mamá no fue nada fácil, ya que Estela como jefa de hogar era el único sostén y estaba obligada a trabajar 16 horas por día, ya que se encontraba dentro del mercado informal de empleo.Ella cuenta que fue muy duro porque casi no pudo ver a los mellizos hasta que estos cumplieron los tres años. “Yo era operadora de radio en una empresa de remises, pero para poder hacer algún dinerillo extra tenía que trabajar de empleada doméstica, porque siempre faltaba. Me las arreglaba limpiando casas, lavando ropas y planchando, así que fácil no fue. Trabajaba desde las 6 de la mañana hasta las 22 en horario corrido, tenía que tener para los pañales y la leche todos los días. En los cumpleaños, me dejaban que los llevaran a mi trabajo para poder estar juntos un par de horas. Así la fui remando. Con el tiempo, gracias a Dios después de que ellos cumplieron tres años mi situación laboral se empezó a normalizar. Tengo a mis hermanas y mi madre que gracias a Dios siempre me ayudaron, tengo una hermana docente, mi hermana Mirta que le daba apoyo escolar. Mamá y mis hermanas son mi sostén. Yo no hubiera hecho nada de no ser por ellas y por mi Dios todopoderoso, porque soy una mujer muy creyente”.Actualmente Estela cuenta que está “remando” la adolescencia de la hija mayor, Selena “que no es fácil pero tampoco imposible. Hay que saber sobrellevar. Antes nuestros padres con la mirada ya nos decían todo, pero los tiempos han cambiado y hay que aprender de cero”.“Los días de la madre nos juntamos con mis hermanas Gladys, Mirta, mamá y mis tres chicos. Esa es mi pequeña gran familia. Siempre juntos los siete”.Supermamá de 18 chiquitosLa historia de Miriam Aquino ya fue contada por PRIMERA EDICIÓN, por ser la heroína de una historia de amor como pocas. “Como madre le puedo decir que voy a luchar por ellos para darle lo mejor. Para mi, muchas veces, “madre” no es quien tiene los hijos, sino la que los cría con amor, y pensando siempre en darles lo mejor para que puedan crecer como niños felices, y que puedan estudiar para que el día de mañana se conviertan en personas de bien”, resumió esta mujer, Tuvo seis hijos biológicos, de los cuales cuatro todavía son chiquitos y siguen con ella. Despu
és adoptó a siete sobrinos, ya que su madre biológica no quiso hacerse cargo de ellos, y los niñitos estaban expuestos a la violencia de su concubino. Además tiene a su cargo varios nietos.“Dios es el que me da fuerzas para seguir luchando”, aseguró tras la pregunta de ¿cómo hace para sacar adelante 18 niños.“Doy gracias a la vida que me está dando las fuerzas para sacar adelante a mis hijos, sobrinos y nietos”.En total, ella y su esposo crían a 18 niños, ninguno de los pequeños supera los 15años, por eso la mujer se ocupa de que -además de que tengan el alimento diario, ropa y un techo, todos vayan a la escuela: algunos lo hacen en el Instituto Medalla Milagrosa y otros en la Escuela 7.Por las tardes, cuando Miriam no está realizando tareas como desmalezadora (cuando consigue que la contraten para cortar yuyos y malezas, gracias al apoyo de la Corriente Clasista y Combativa), amasa bollos para vender. Ella y los chicos viven en una humilde casita situada en la chacra 146, casi a la altura de Almirante Brown.La casa de costero y techo de cinc (gracias al plan Techo) es el hogar, donde nunca faltan el amor y el cuidado para los chicos, que se nota con sólo verlos bien limpitos y felices… Sobre la fechaLas primeras celebraciones del Día de las Madres se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades.Igualmente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria cuando la adquirieron de los griegos. Se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se realizaban ofrendas.Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que los panameños adoptaron para la celebración del Día de las Madres.En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. Además, como muchas personas trabajaban para gente acaudalada y no tenían la oportunidad de estar en sus hogares, ese Domingo se le daba el día libre para visitar a sus familias.En 1870 la poetisa y activista Julia Ward Howe escribió la Proclama del día de las madres, un apasionado llamado a la paz y al desarme. Durante un par de años, Ward Howe empeñó sus esfuerzos en llevar a cabo un congreso de esta naturaleza. Cuando murió, su hija emprendió la lucha para que un día al año se recuerde el Día de la madre. En Argentina, este “día de la madre” se festeja todos los terceros domingos de octubre.





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