POSADAS. Pintar era sinónimo de vida y de amor para don Zygmunt Kowalski y eso es lo que dejó en cada inconfundible trazo, en sus más de 6.500 obras. Hoy, el gran Pintor de Misiones cumpliría 89 años y para recordarlo en esencia se realizará un gran homenaje en el recientemente inaugurado “Palacio del Guerrero de la luz”. Este espacio donde se puede bucear en diversos aspectos de la vida, de la filosofía y del legado artístico y humano del artista fallecido el 21 de diciembre de 2011, hoy, a las 21 y mañana, a las 20, abrirá sus puertas al público para compartir la exposición audiovisual permanente, inédita y exclusiva de don Zygmunt. “El Palacio del Guerrero de la Luz” fue creado por la Fundación Brasil, presidida por Alejandro Ole Kowalski, hijo del artista, para preservar y difundir el legado del recordado pintor.La muestra, que se puede visitar en “El Palacio del Guerrero de la Luz”, reúne obras inéditas del pintor, cuarenta fotografías de distintos momentos de su vida y los últimos cuadros que pintó en vida. “Hay fotos antiguas que logré restaurar y hay dibujos que él hizo en el año 1953, en los que se notan las condiciones que tenía para el retrato”, relató Ole Kowalski a modo de anticipo de lo que se verá en la exposición.Sus palabras… para siempreA don Zygmunt se lo extraña por incontables motivos: por su grandeza, por su amor incondicional al arte y a la naturaleza, por su entrega total a la pintura y por ese don que tenía de captar el alma del paisaje y vestirla de lapachos, chivatos, haciéndola lucir puramente bella. Una de las virtudes más notorias en cuanto a su personalidad era su amabilidad y esa sencillez y humildad de corazón que lo hacía un artista gigante, ya que dejaba que su obra hablara por sí misma. Hablar con don Zygmunt era siempre un placer y un aprendizaje y en la penúltima charla con este diario, una semana antes de cumplir sus 88 años (en octubre de 2011), él se refirió a su modo de sentir el arte, palabras que quedarán para siempre y valen recordar aquí. “La pintura es un modo de escape también para otro mundo, porque en este mundo ya he visto demasiada violencia, entonces en la pintura no duele tanto, me sumerjo en otro mundo y con la pintura puedo expresar mi sentimiento de paz, de alegría y esa alegría entregar al espectador”. Eso dijo este hombre oriundo de Polonia, que llegó muy joven a Argentina, dejando atrás los cinco años de trabajos forzados en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y el vacío de la post guerra. “El arte no cambia, es siempre arte, cambian las diferentes manifestaciones del arte. Hoy no se puede decir que hay una corriente predominante, porque están permitidas todas, tanto abstractas como figurativas. Como verán, soy figurativo, un poco impresionista y naturalista”, decía don Zygmunt en otra nota en la que también contaba que su estación preferida era la primavera y en la que explicitaba su gusto por los lapachos rosa. En el último encuentro con don Zygmunt, otras palabras resonaron: “Cuando uno pinta un cuadro tiene que vivirlo, tiene que vivir lo que pinta. Mentalmente tiene que ver otro mundo, el mundo que pinta, real y no real, porque la pintura no siempre es real, es basada en lo real, pero reconstruida por el ojo de la mente del pintor. Basándonos en lo creado por la naturaleza, recreamos esto a nuestra manera de ver y de sentir, de eso sale otra cosa, que es parecida, pero nunca deja de verse la base de donde salió todo eso”, decía el sabio pintor impresionista. Con el recuerdo latente de su padre y la emoción de haber creado un espacio para recordar al “Pintor de Misiones”, Ole Kowalski resaltó que “Zygmunt, el Guerrero de la Luz, está hoy más vivo que nunca en la fuerza y consecuencia de todos esos actos luminosos sembrados, que como todos los actos, son y serán siempre irreversibles”.





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