POSADAS. “Elegí la docencia por pura vocación. Significó una gran decisión porque cuando apareció la oportunidad ya estaba trabajando en el Banco Provincia y tuve que dejar ese cargo”. José Luis Ruzecki (58), actual vicedirector de la Escuela 783 del barrio Los Kiris de Posadas, reconoce a la docente Sara de Fernández como “quien me inclinó por la docencia”.El Día del Maestro, que se conmemora en todo el país en recordación del fallecimiento de Domingo Sarmiento, encuentra a Ruzecki con 36 años de ejercicio y sus trámites jubilatorios en curso. Tras toda una carrera docente, que lo llevó por escuelas de distintos barrios de la capital misionera en las que ejerció como maestro de primero a séptimo grado, el docente destacó a la escuela como una institución clave para la inclusión social. Asimismo, señaló dos elementos que podrían contribuir a reforzar el sentido de esta institución argentina. Uno de ellos es la biblioteca, que en dicha escuela no existe como espacio independiente en el que los estudiantes puedan leer a placer, lo que limita mucho esa actividad. El otro, ausente en la gran parte de las escuelas primarias, es un gimnasio cerrado que pueda recibir a los niños incluso en días de lluvia o frío y funcionar como epicentro de campeonatos barriales. “Si estos espacios deportivos existieran, como se había propuesto en 1978 con la creación de la dirección de Educación Física provincial, no sé si habría drogas en los barrios, porque los chicos estarían ocupados todas las tardes y fines de semana, entrenando con sus equipos para estos torneos”, afirmó quien además es técnico nacional de fútbol.Los inicios de la vocaciónFue en 1976 cuando la maestra De Fernández invitó a Ruzecki a trabajar ad honorem dando clases de gimnasia en la Escuela Madre de la Misericordia. “Yo era perito mercantil, egresado de la Comercio 1 -actual Comercio 18- y empecé con esos talleres. A partir de ahí fui a hacer el curso de Maestro Especial en la Normal Mixta. En 1976 fui designado como maestro para dar las clases de Educación Física en esa escuela”. (Cabe destacar que la categoría de maestro especial era porque estaban capacitados para enseñar Educación Física aunque sin ser profesores superiores de esta materia, ya que por entonces no existía este profesorado en el Instituto Montoya).“Más adelante surgió la posibilidad de presentarme a un cargo para maestro de grado en la misma escuela”, agregó el docente, quien luego de varios años en esa institución también ejerció en la Escuela 53 de barrio Yohasá, en la Escuela 76 de Villa Urquiza y también en el Instituto Santa Catalina.“En 1997, que fue el último concurso docente que organizó el Consejo General de Educación (CGE), me presenté, gané y vine acá (por la 783), a dar clases en quinto grado y desde 1999 a trabajar como vicedirector suplente”, agregó.La otra gran pasión“El 2 de septiembre cumplí 36 años de docencia y ya quiero jubilarme. A partir de ahora, a lo mejor me dedico al fútbol”, indicó el docente. Posiblemente una vez que cese sus tareas en la escuela -donde de seguro todo el plantel docente y los estudiantes sentirán la ausencia de este verdadero referente de la institución- se reencuentre con esa otra gran pasión de entrenar a los niños en el deporte más popular de Argentina. Su carrera como entrenador empezó en la Madre de la Misericordia, cuando daba clases de gimnasia y en contraturno estaba a cargo de una escuelita de fútbol, a la que asistían 140 niños de lunes a viernes.Varios años después, en 1995, visitó la Escuela La Candela, del club Boca Juniors de Capital Federal, en la que sería una especie de pasantía que realizó. “Iba a los entrenamientos a ver cómo trabajaban los preparadores físicos y entrenadores. Después de Boca, en 1996 fui a San Lorenzo y luego a Vélez, donde estaba el actual director técnico de Boca, julio César Falcioni. Aprendí mucho y la intención era volcar todo eso que aprendí acá en Posadas, pero no pude hacerlo porque ahí salió el concurso docente e ingresé a esta escuela”, señaló.Entre sus historias futboleras, una se destaca, y mucho. Está relacionada con el arquero suplente de Racing, Jorge de Olivera (30), oriundo de Posadas, al cual Ruzecki conoció por medio de una colega, Beatriz Chemes, madre del jugador.“Él venía a computación en el mismo horario que yo tenía el taller de fútbol en la escuela y me llamó la atención por la altura. Tenía doce años y justo en esa época me estaba yendo a la pasantía en San Lorenzo, donde necesitaban arqueros altos, porque los que tenían eran bajitos”, indicó. Por supuesto que no era una decisión sencilla para la familia De Olivera y tras varias idas y venidas el jugador se probó en Vélez, donde logró quedar. Tiempo después fue a un club de Asunción, más tarde a Nueva Chicago, luego a Colón y a Racing Club, donde juega actualmente.El mejor regaloRecuerdos como este, Ruzecki los cuenta por docenas a lo largo de su vida. “Muchas veces uno se encuentra con ex alumnos de la escuela, por ahí los cruzo en la calle o están trabajando en algún cargo (del ámbito público) o estudiando en la universidad. Y eso es una alegría porque en el primer momento cuando vine -a la 783- era apuntar a que terminen séptimo grado y nada más, ver que llegan al nivel universitario es un gran orgullo para nosotros”. La labor diariaLa Escuela 783 del barrio Los Kiris -ubicada entre avenidas Zapiola, Bustamante y Chacabuco- recibe actualmente a 462 alumnos. Cuenta con diez divisiones en cada turno. “No tenemos más aulas, así que no podemos recibir a más alumnos”, indicó el maestro. La escuela de material fue construida por etapas e incluso sufrió un incendio hace ya varios años. El patio central, donde ayer se realizó el acto del Día del Maestro, también es pequeño y tiene la desventaja de un extraño techo de chapa, semicerrado, por el que entra agua cada vez que llueve, y si las precipitaciones son muy fuertes se inundan los grados. Por este y otros factores, cada vez que llueve, la dinámica en la escuela es otra. “Hay una realidad -indicó Ruzecki- todos los años los docentes hacen paro, pero cuántos por a&
ntilde;o, cinco, seis, ocho días de paro. Quisiera invitar al ministro de Educación que cuente cuántos días de lluvia hay en el año. Esos son días que los chicos no vienen. Y no vienen porque el camino está muy feo -son calles de tierra que se inundan-, no pasa el colectivo, no tienen otra ropa y si vienen se mojan y se enferman”.Para fomentar la contención de los estudiantes, Ruzecki señaló la importancia de contar con un salón donde pueda funcionar la biblioteca, ya que en la escuela tienen cientos de libros pero no disponen de un espacio adecuado donde puedan leerlos cómodamente.





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