Hombres y mujeres comprando flores, velas y paños para las cruces que se colocan en las tumbas, algunos todavía con lágrimas en los ojos y otros con más muestras de resignación, visitaron y recorrieron las instalaciones del cementerio La Piedad en otro emotivo Día de los Fieles Difuntos. Con una participación bastante fluctuante de a ratos, la jornada estuvo marcada por las misas y bendiciones “por aquellas almas que han dejado la Tierra, pero aún no llegan al cielo”, según señala la tradición católica.“Vine a visitar a mi papá, mamá y a mi hermana”, contó Claudia, quien se acercó con sus hijas para encender una vela y rezar para su familia que ya no está. Emocionada, la joven se manifestó sobre los casos de los traslados, que tanta polémica desataron en la sociedad por más de tres meses y que este jueves finalmente logró el <a href="http://www.primeraedicion.com.ar/nota/259284/el-concejo-deliberante-extiende-el-plazo-para-evitar-exhumaciones-en.html">consenso entre los concejales de esta comuna</a> para votar a favor de la modificación del artículo 22 de la ordenanza 118/2, al respecto de los períodos de arrendamiento de las parcelas que permitirá ampliar el plazo de 5 a 10 años.Para los floristas y vendedores de objetos referidos a la fe, en tanto, la percepción sobre la participación fue “negativa”, en vista de que “la gente va perdiendo la costumbre” aunque también supusieron que la lentitud de las visitas tuvo que ver con que la jornada fue en día laboral”.“Las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechosa que puede ser la oración por los fieles difuntos”, fue la opinión de Alexis, cuya familia trabaja en la floristería más antigua situada a la entrada de La Piedad. La conmemoración de los fieles difuntos, vendría a ser el complemento del Día de Todos los Santos, por eso la iglesia Católica las instaura juntas para recordar a todos aquellos que aún se hallan expiando sus penas a la espera de su definitiva entrada en el Cielo y a aquellas que se convirtieron en modelo de santidad por haber vivido una vida lo más parecida a Cristo Jesús. Como un acto de cariño a las personas que visitaron a sus difuntos, desde la parroquia San Antonino, se prepararon tres mil paños bendecidos dispuestos en una mesita para que todos se llevaran una y colocarlas en la cruces de las tumbas. En la misma mesita había lápiz y papel para pedir una oración y bendición.





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