La elaboración de productos frutales, con valor agregado, dio una nueva relevancia a algunas de las fortalezas que tienen plantas de la región, como por ejemplo con las paltas y los mangos, que se están posicionando fuertemente en el mercado a partir del desarrollo de cócteles, envasados en latas y jugos.Con ese horizonte, pero desde un nicho muy particular, el viverista posadeño Walter Sclodum comenzó a explotar el cultivo de frutas exóticas con propiedades curativas y alimenticias, en una pequeña finca de Miguel Lanús, a las afueras de la ciudad.Contó don Sclodum que su actividad en particular es poco conocida en Argentina, de hecho en el país hay un puñado de productores que se dedican a lo mismo, de los cuales uno es este posadeño. En la chacra que cultiva junto a su esposa e hijos, el viverista, quien se inició hace alrededor de una década, ya logró cultivar y producir plantas de unas 500 especies de los más raros frutos del mundo (todos con virtudes curativas).“Recorrí bastante la provincia e inclusive mi búsqueda me llevó hasta Formosa donde había un productor de frutos exóticos. Allí me encontré con que en realidad se trataba de un viverista con un número limitado de especies, que en su momento fueron traídas desde fuera con la llegada de algunos inmigrantes de su familia y los menos con algunas semillas ingresadas fortuitamente al país por haber consumido una fruta, que las plantaron aquí y crecieron. Hablamos de cerolas, cerezas negras, pitahaya”, dijo Sclodum a PRIMERA EDICIÓN a quien invitó a pasear por el interesante emprendimiento. Frutos desconocidosResulta imposible observar todo lo que don Walter fue capaz de hacer crecer en media hectárea, meticulosamente resguardada. Hay de todo: jaca, reconocida en el mundo rica en minerales y aminoácidos, pepinos dulces, guanabana colombiana (antioxidante conocida por sus propiedades tipo quimioterapia natural); lulo (fruto, parecido al tomate, apreciado por su contenido en vitamina C); noni (regula el sistema nervioso central) y la lista sigue…“Como son aptas para el cultivo en zonas subtropicales, acá tiramos una semilla y crece de la nada”, bromeó el agricultor. Lo cierto es que, en busca de extrema calidad y pureza, Sclodum se preocupa por una producción donde no haya mucha participación de injertos “que terminan desvirtuando la semilla”, confió.“En Misiones existen productos que no están difundidos como el araticú o jaboticaba. Como aquí no le daban tantas ventajas como en otros lados. Nos propusimos trabajar para mejorar los frutos en existencia. Muchas veces ocurre que no se tiene idea del verdadero sabor de la fruta, porque se injertaron tanto que hasta se modificó genéricamente a la planta. Lo que tenemos aquí proviene de un banco de semillas germinadas naturalmente”, describió.Agregó el hombre: “Preferimos trabajar con semillas y evitamos lo máximo hacerlo con injertos. Cuando no quedan alternativas, clonamos los tallos y, sí, es cierto la producción es más rápida. para no restar sus ventajas, yo procuro no trabajar en vivero, sino al suelo directo, para hacer una planta resistente que no se vea afectada por los cambios de ambiente”. OrgánicoWalter Sclodum es consciente de que la chacra debe mantener la producción libre de agrotóxicos. “Nos hemos ocupado de cultivar también plantas aromáticas, que producen reacciones en los insectos que suelen atacar a los productores”, explicó acerca de los recaudos.Asimismo, para el suelo, evita trabajar con el compost de las lombrices californianas que en ocasiones suelen convertirse en plagas que se comer raíces”, describió en tanto acerca del trabajo directo con la tierra.En cuanto al abono que produce es una mezcla de tierra, con minerales, desperdicios orgánicos del arroz. A pulmón Fuera de lo que ingresa del vivero, don Walter no tiene otra cosa, pero no le preocupa trabajar a pulmón (sin depender de fondos estatales y otros) porque “le pongo todas las ganas y el esmero”, explicó.“Empecé con el proyecto de frutas exóticas hace 10 años, tras el fallecimiento de mi madre, con quien trabajaba anteriormente en una actividad recreativa con animales exóticos, pero quien ya poseía algunas plantas foráneas”, explicó sobre cómo se fue encaminando.“Una cosa llevó a la otra, me iban sugiriendo por qué no producía una cosa, por qué no producía otra, y así fui entrando en el mundo de los frutales. Llegó un punto en el cual me metí de lleno gracias a la amistad con un coleccionista de frutas exóticas. Él me ayudó como coleccionista, pero porque esperaba que un productor como yo pudiera animar a otros para que produzcan. Así empezamos, primero debatiendo experiencia con agricultores de mangos y paltas que desarrollan cócteles, envasados en latas y jugos, además de los procesados para helados, refrescos y más”, describió acerca de los primeros tiempos.“Productores que se dedican a lo mismo que yo no hay, mucho menos a gran escala. Quienes están reconocidos como productores de frutas en Misiones los hay de paltas y mangos de la variedad rosa. De las características de la chacra que poseo, solo hay uno en Misiones y soy yo. A nivel país no hay más de tres”, contó con orgullo.“Siempre digo: el que quiere puede. A mí me apasiona hacer ésto, estudié en una escuela comercial pero a mí siempre me gustó estar en el campo”, contó acerca de esta pasión que significa para él comer y vivir de los frutos de la tierra. Las más llamativasEntre las especies más exóticas, en la chacra se encuentran la Pitahaya que ayuda en la creación de glóbulos rojos. El 90% de la fruta está compuesto de agua y es rica en hierro, calcio y fósforo; también contiene vitamina B, C y E. También cultiva Noni, muy usado por los sanadores tradicionales polinesios que empleaban todas las partes de la planta del noni, flores, corteza, raíces y especialmente el fruto, para tratar problemas de salud que iban desde las aftas hasta el reumatismo. Guanabana, conocida por sus efectos anticancerígenos, la ciencia no ha comprobado sus virtudes en humanos.





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