Cada año, desde 1982,el 29 de abril se celebra el Día Internacional de la Danza, como una forma de atraer la atención sobre este arte y para reunir a todos aquellos que eligieron como medio de expresión para que, traspasando las barreras culturales, políticas y étnicas, celebrarlo en toda diversidad, en homenaje al natalicio de Jean-Georges Noverre, maestro y creador del ballet moderno. Tamaña efeméride no podía dejarse pasar sin charlar con una maestra de maestras, Martita San Martín.“La danza es pasión, es sacrificio, es esfuerzo pero, por sobre todo, es amor”, resumió la bailarina en la calidez de su hogar, atesorando un millón de anécdotas, un sinfín de sueños cumplidos y muchos más por vivir, ahora desde su lugar de instructora, consejera y compañera de quienes se acercan a buscar su experiencia.“Amo la danza desde que tengo uso de razón, creo que nací para ella, pero conmigo hubo un problema de salud, por una mala praxis, lamentablemente, que me costó muchos años, desde bebé hasta los catorce años, de estar entre médicos”, recordó ante PRIMERA EDICIÓN.Y añadió que recién siendo adolescente pudo sumergirse por completo en el mundo que encierra este arte y descubrió que reunía excelentes condiciones, “era livianita, tenía empeine, tenía todo a favor, tenía memoria, no me costó, al segundo año trabajaba con zapatillas de punta, por ejemplo, empecé con una profesora, seguí la señora Castelli de Puentes, también fui alumna de Teresita Sesmero, pero ella era muy moderna para mi gusto, yo quería bailar ballet como las bailarinas del teatro Colón y me había puesto la meta de llegar allí”.“En la vida, a pesar de los traspiés que tuve por la salud, el tiempo que estuve en la danza lo disfruté muchísimo, bailaba y me encantaba, sobre todo los ballets clásicos, el ballet de repertorio, ‘Don Quijote’, ‘Giselle’, ‘Raymonda’ y mi maestra se especializaba en repertorio, estaba fascinada”, subrayó.Al punto que no sabía de vacaciones, una vez finalizadas las clases en la tierra colorada partía a Córdoba, donde su hermana la esperaba con todos los cursos habidos allí para que continúe instruyéndose hasta el inicio de un nuevo ciclo lectivo; pero esto “no era un sacrificio, lo vivía apasionadamente”, confió.Más allá de los escenarios“Con la señora Puentes no teníamos muchas funciones porque era muy perfeccionista, entonces no tenía la idea de hacer festivales todos los años, hacía grandes funciones de ballet, pero había años en los que no bailábamos o presentábamos en un teatro el trabajo que desarrollábamos en la clase pero en un escenario”, rememoró.Tiempo después, esas cosas de la vida la llevaron a mudarse a Córdoba, donde se encontró tomando clases con cuatro maestros diarios. En aquella provincia, “con una preparación de muchos años, una amiga me llevó al teatro San Martín y, en cierta forma, se cumplió mi sueño, ya tenía más de treinta años y llegué a pesar 29 kilos de tanta elongación, me habían hecho pensar de otra manera, ahí me di cuenta la diferencia que hay entre provincias nomás, acá estábamos muy atrasados con el pensamientos”, sostuvo.Y opinó que “en algo se cambió, pero creería que no es lo suficiente, falta mucho, sobre todo en la parte política, que no le da importancia a lo cultural”, un problema que se observa en Argentina en general, y puso como ejemplo la situación que se vive actualmente con el Colón.“Todo es un círculo vicioso, recuerdo que cuando era chica el canal oficial pasaba ballet, ópera, conciertos, era una obligación, para que el resto de Argentina viera también las funciones del Teatro Colón; se daban programas de televisión que abordaban las distintas artes, ahora esto no se ve; tampoco hay un centro cultural que ofrezca una programación un fin de semana para quienes gustan de ballet, del folclore, la ópera, entonces la gente fue perdiendo interés”, consideró.Talentos poco valoradosArgentina es un país rico en talentos, “Marianela Núñez, por ejemplo, es primera bailarina del Royal Ballet de Londres, pero últimamente no se le han hecho reportajes en televisión, no se está mostrando su trabajo; en la ópera de París también hay una Argentina. No salimos a ver qué pasa en el mundo cultural, en todos los aspectos”, apuntó y no dejó de lado a la tierra colorada, que también supo engendrar estrellas que hoy brillan alrededor del mundo.Como Manuel Ruiz, que después de haber pasado por el Colón, hoy triunfa en Nueva York; un joven de quien aseguró que tuvo sus últimos tiempos en Misiones, alumno de Claudia Falcon, a quien cuando lo vio en la barra sus treinta años de experiencia le dijeron que era un diamante en bruto y que era un chico con futuro. Y así fue, de hecho Olga Ferri lo ratificó.“Manuel tiene el don de la danza, del teatro, la expresión, todo en un bailarín es muy difícil de encontrar, además de la honestidad para decir, para hablar, para querer, es muy humilde”, describió. Y como él pasaron muchos por su estudio, alumnas que se convirtieron en “mis medallas”, confesó la docente y lamentó que también hubo talentos que las condiciones económicas apagaron, principalmente porque “acá nunca hay plata para esos chicos que en el día de mañana serán los que nos representarán y vuelven con una desilusión muy grande por no poder mantenerse, la danza clásica tiene su costo, zapatillas de punta, más vestuario, es difícil sostenerlo”.La danza, la vida“La danza me preparó en todo sentido, por la disciplina que tiene, el tomar decisiones en el momento, tomarse enserio, también cuando tenés alumnos, tenés que cuidarlos, tomarlos con seriedad, estar con ellos como si fueras la madre, aparte de exigirles y enseñarles y eso me fue preparando para distintas situaciones”, detalló San Martín, que sigue con la danza, porque “es imposible alejarse, cuando te querés alejar alguien te empuja y yo agradezco eso”.E insistió en que los programas educativos deberían incluir en su currícula todo lo relacionado a la cultura, para que los chicos conozcan y gusten de las artes en sus distintas expresiones y que se apoye a quienes tienen talentos, ya sea en el deporte, en la música. Siempre entendiendo que “el pensamiento debe cambiar de acuerdo a los años que estamos viviendo, no podemos vivir con una mentalidad del siglo pasado”, aseguró esta mujer, que llevó la danza con orgullo, la cultura como su sostén y que hoy transmite con amor a sus alumnos.





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