Perseguimos los sueños como si estuvieran fuera de nosotros… Vamos detrás de quimeras, sufrimos cuando sentimos que se alejan. Es que muchas veces habilitamos un solo camino para lograrlos. Nuestras expectativas suelen ser tan altas, tan precisas, tan compactas, que exceden el esfuerzo y nos obligan al sacrificio, un terreno jamás visitado por el disfrute. Qué sentido tiene “luchar” para alcanzar un sueño?… Y si fuéramos capaces de cambiar esa matriz?… y si mientras trabajamos por llegar al objetivo nos damos el tiempo para aprender y el permiso para equivocarnos?Cumplir los sueños nos empodera, pero tener el coraje de recalcularlos nos libera de las certezas de cómo deberíamos lograrlos. Tal vez la clave esté en escucharnos, en hacer silencio interno, en revisar nuestras creencias acerca de cuándo nos consideramos merecedores de los logros.Nuestras formas de ver nuestras lealtades y preconceptos nos condicionan y limitan, acotan nuestros sueños y ponen un tope a nuestras aspiraciones.No es afuera sino dentro nuestro donde necesitamos buscar las respuestas para entender por qué hacemos lo que hacemos para quedarnos lejos de lo que deseamos. Es una buena nueva saber que si hemos sido capaces de levantar muros entre nosotros y nuestros sueños, también podemos construir los puentes para llegar al hermoso paisaje que nos aguarda cuando atravesamos la incertidumbre y nos atrevemos a danzar con las circunstancias. Gozar del camino también forma parte de soñar. Cuando lo hacemos aprendemos que “plasmar”es el último paso del proceso y que disfrutar del camino es lo que nos asegura el impulso para llegar.Que nos atrevamos a darnos el permiso para hacer nuestros sueños realidad.ColaboraMaría Rita NahúmMaster [email protected] 154644187





Discussion about this post