Tras el reciente fallecimiento de su suegro, quien fue apuñalado brutalmente en un robo, Armando Alegre (51) tuvo que sacar fuerzas y sostener anímicamente a su familia, que quedó literalmente destrozada. La víctima, Ricardo Núñez (64), murió luego de 62 días de agonía. Peleó cada hora por su vida pero no alcanzó, finalmente sus fuerzas se agotaron por completo. Le sirvió para luchar esos dos meses un físico envidiable para su edad, logrado en base a trabajos de albañilería que hizo desde muy joven y una intensa actividad deportiva jugando al fútbol. Lamentablemente no alcanzó. Ahora su yerno, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, reconstruyó aquella terrorífica jornada de la tarde del pasado miércoles 12 de octubre, en el barrio 95 Viviendas de Garupá. Además, el hombre abrió la puerta de la vivienda donde residía Núñez, en donde fue atacado mortalmente. “Esa tarde el había tomado un antibiótico porque le picó un mosquito en una de sus piernas. Dormía la siesta, como lo hacía habitualmente. Hay dos posibilidades, o los ladrones ingresaron a su casa pensando que no había nadie y se toparon con él, o lo más probable, que entraron igual y dispuestos a atacar a quien estuviera adentro. Lo acuchillaron prácticamente en estado de indefensión, seguro no entendía nada de lo que estaba pasando, aún adormilado”, cuenta con horror Armando. Luego recreó como pudo ser la secuencia de la salvaje agresión. “Un médico que examinó una de las tres lesiones cortantes que tenía, nos explicó que una de las puntadas tuvo una mecánica mortal. Es decir que le hincó y levantó la cuchilla, directo para matar, a la altura del bazo. Por las manchas en la pared de su habitación, cerca de la cabecera de la cama y en el piso, creemos que cuando lo hincaron aún se estaba despertando tras escuchar el ruido de la puerta forzada. Ellos destrozaron la puerta lateral de la vivienda e ingresaron. Acá encontramos todo desparramado, el equipo de música, la mesa contra el vidrio de la ventana, pero lo increíble es que no llevaron nada. Había dinero de la pensión que ese día había cobrado, televisores, entre otros objetos que no se llevaron. Es que cuando un vecino vino a preguntar que pasó, gritando ‘Ricardo…Ricardo…que pasó!!’…, salieron a correr, uno de ellos con un cuchillo ensangrentado en una de sus manos”. “Estuvo una hora muerto”“Cuando llegó al hospital Ramón Madariaga en ambulancia, mi esposa, es decir su hija y que lo estaba acompañando, me dijo ‘se murió…se murió…me soltó la mano y se dejó caer…’, pero luego de una hora de estar prácticamente muerto lo revivieron. Él casi salió, estuvo a punto de salir. Él había salido de terapia, el estaba bien. Pero el pasado martes a la noche se agravó su estado. No se le pudo despertar más. No obstante hubo muy buena atención en el hospital, pero el tuvo esa mala suerte…”, recuerda casi entre lágrimas Armando, quien tenía mucho afecto con su suegro. “Nos partió al medio, a todos, sobretodo a sus cuatro hijos, les partió al medio… mi mujer está totalmente destrozada. Él quería salir y apenas le dieran el alta ver a su nieta, a mi hija, que era su mimada, aunque tenía su otra nieta, él quería verle a ella, era su consentida. Estaba orgulloso de su nieta, enloquecido por ella que estaba en la facultad, estudiando”.Signos de defensaAcerca de los cuatro detenidos por el hecho, Armando dijo que “gracias a Dios están enrejados. Quisiera que los jueces tengan en cuenta que ellos -por los apresados- no están enfermos. Para mi un enfermo sería el que viene, le hinca y se queda, que no sabe lo que hizo. Ese es un enfermo. Pero ellos salieron a correr, no sólo eso, pegaron la vuelta a la manzana y se plantaron a mirar que pasaba y a ver que hacía yo. Yo vine acá, le alcé a mi suegro y le llevé al hospital más cercano, luego lo derivaron a Posadas -al Madariaga-, en ambulancia. El vecino de la casa de enfrente fue quien me avisó. El hombre nos contó que ese día alrededor de las cinco de la tarde escuchó ruidos extraños, entonces vino hasta la casa de mi suegro y gritó ‘Ricardo…Ricardo que pasa?’. En esos exactos momentos vio como cuatro jóvenes salieron corriendo por la misma puerta que habían forzado momentos antes y a uno de ellos con un cuchillo ensangrentado en las manos. Se cree que ellos (los agresores) primero golpearon la mano y mi suegro no les habrá escuchado, no habrá dado bolilla. Fue entonces que ingresaron al lugar y se encontraron con él en la cama. Era un petizo fuerte, toda la vida trabajó en albañileria y era deportista, en su época de joven era futbolista, eso le permitió, creo yo, forcejear y luchar contra ellos. Pero le hincaron para que se quede quieto, lo golpearon mucho. Nunca vamos a entender porque se ensañaron tanto con él”. “Luchó por su vida”Armando consideró que ese estado físico que tenía su suegro también lo hizo resistir más de dos meses internado. “Ingresó con el bazo casi destrozado, pulmones y el diafragma que le partieron al medio. Según el experto en tórax, no le quisieron lastimar, le quisieron directamente matar, fue una herida para matar, la forma en que lo acuchillaron fue hincarle y levantarle la hoja, para ocasionar más daños internos”, explicó Armando. “No llevaron nada, ni equipo de música, ni televisor o el dinero que estaba sobre la mesa que el recién había cobrado. No se entiende la saña de estas personas, insistió el hombre. Luego destacó que durante los más de dos meses de internación de su suegro estuvieron presentes su esposa (hija de la víctima) y él, como así también gran parte de la familia, a la que “don Ricardo, se encargó de unir cada vez más luego de haber enviudado hace apenas cuatro años”. “El se encargaba de visitar a todos los hijos y les ayudaba a todos, por eso debemos mantenernos más unidos que nunca”, reflexionó y agregó que “hace once años que vivimos en Garupá, nunca había pasado algo así. No puede ser que ahora los vecinos del barrio se encierren, cuando los que tienen que estar encerrados son los delincuentes”.





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