Fue alrededor de las 5 que una comerciante de 30 años domiciliada en el barrio Lisoski informó a la Policía que desconocidos habían forzado la puerta de su minimercado para llevarse numerosas mercaderías, entre las cuales figuraban gaseosas, bebidas alcohólicas, golosinas, productos panificados, alrededor de cinco kilogramos de carne vacuna y un trozo de la siempre deseada “mortadela bocha”.Ante la denuncia, efectivos de la comisaría local y de la Unidad Regional XI montaron un operativo que permitió dar con la mercadería sustraída, que había sido oculta por los maleantes en un malezal de la zona.Curiosamente, pocas horas después, tres sospechosos aparecieron por la zona en busca de los objetos. Allí mismo uno de ellos fue reducido por el padre de la propietaria, quien lo entregó a las autoridades. Terminó en prisión, sin la mortadela, con las manos vacías.





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