La limitación del beneficio a Posadas, entre las localidades misioneras afectadas, y Clorinda, en Formosa, no obstante, recibió críticas e hizo recordar que en los 90, cuando se instituyó por primera vez este paliativo para Misiones, se lo concedió, con más generosidad, a tres localidades: Posadas, Puerto Iguazú e Irigoyen, los principales pasos fronterizos. Por lo que se puede ver, la restricción parte de que la mayor diferencia en precios relativos se registra hoy con Paraguay, y reconoce el perjuicio que causa al comercio local la cantidad de ciudadanos que buscan productos más baratos aprovechando la conexión física que facilita cruces frecuentes.Al bajar el precio del combustible, en un 14% en la nafta y un 7% del valor de gasoil, según se estima, se desincentivará el cruce de posadeños que cargan el tanque en Encarnación, y esto ayudará a equilibrar la situación del comercio local, y mejorará el alicaído nivel de actividad. Más allá de ello, el ciudadano misionero en general seguirá pagando la nafta más cara del país, y cobrando los sueldos más bajos -por nombrar dos efectos de otras asimetrías, las internas- y la Provincia seguirá esperando que su excepcional situación fronteriza y los coletazos de una postergación histórica proveniente de la época en que imperaba la “hipótesis de conflicto” con Brasil, le sean reconocidos. Una medida correctiva necesaria, vale recordar, no equivale a la política diferencial de desarrollo que reclama una región con gran potencial de crecimiento, pero también con desequilibrios estructurales notorios. Estos sólo se enmendarán con una visión de largo plazo que no se limite a incentivos, positivos, pero aislados.





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