La intención es dejar, por un rato, de lado la teoría y empezar a hablar de la práctica. Es por eso que profesionales de diferentes ramas se capacitan en la Diplomatura en Prácticas Corporales Inclusivas de la Facultad de Humanidades de la Unam: para saber cómo incluir en sus ámbitos a personas que tienen algún tipo de discapacidad. La diplomatura, encabezada por la directora Silvia Nudelman, kinesióloga y Miriam Gisela Arellano, licenciada en educación física, se inició en el mes de mayo y consta de diez módulos, ocho presenciales y obligatorios y dos semipresenciales que se realizan a través de un aula virtual. “Comenzamos a trabajar ante la necesidad de un montón de personas porque hoy llegan a la escuela los niños o personas con discapacidad y tienen que ser recibidos. Entonces había una necesidad de abordar todo este tema y tratar de capacitar a profesionales y docentes porque, por lo general, no están capacitados y hoy se encuentran con esta realidad que dice que deben incluir dentro de la escuela común a las personas con discapacidad. Desde ese lugar nos pusimos a conformar esta diplomatura que fue aceptada en varios niveles. Si bien el nombre es Prácticas Corporales Inclusivas, que hace alusión a todo lo corporal, también aborda el trato y el manejo característico de las distintas discapacidades”, explicó Arellano, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.Para los encuentros, llegó a Misiones gente de la Secretaría de Deportes de la Nación, del Servicio Nacional de Rehabilitación y hasta un atleta paralímpico. “Si bien en la provincia tenemos muchos profesionales capacitados, queremos traer gente que hace más tiempo trabaja en el ámbito y tiene más experiencia”, indicó Arellano. Profesores de educación física, psicopedagogos, psicólogos, profesores de danza, de educación especial y hasta de yoga se inscribieron en la diplomatura que se realiza una vez por mes, durante dos días. Las principales inquietudesSegún Arellano, cada vez que llegan profesionales de afuera el pedido es el mismo: que no se enfoquen tanto en mostrar de dónde viene tal patología, qué parte del cerebro ha sido dañada, sino en la parte práctica. “Cómo comienzo a trabajar cuando llega una persona con determinada discapacidad, cómo comienzo una clase, cómo lo adapto, cómo me manejo con los tiempos de espera porque no van a ser los mismos que de los otros, cómo empiezo la clase, cómo lo incluyo, cómo lo trato, cómo manejo una silla de ruedas, cómo paso a una persona de una silla de ruedas a una silla. Esas cuestiones básicas”, enumeró Arellano. “Hoy los padres saben que, por ley, los chicos con alguna discapacidad pueden ir a una escuela común. Entonces, llega un niño con trastorno del espectro autista y lo tenés que recibir y todo el mundo se alerta, porque se desordena la clase y no es así. Eso queremos transmitir: incluir la diversidad. No abordamos tanto la parte pedagógica sino que vamos más a lo corporal porque vemos esa necesidad. La diplomatura consiste en eso, en el trato físico a todo tipo de discapacidad”, señaló la licenciada en educación física. Otra de las áreas en las que trabajan tiene que ver con cómo se denomina a estas personas. “Tratamos de inculcarles desde la primera clase que antes que nada son personas. Hay que cambiar el vocabulario, no decir más autista, sordo, ciego, paralítico. Son personas como cualquiera, que tienen un trastorno, una discapacidad. Con eso arrancamos en la primera clase”. Para finalizar, Arellano destacó que no se debe hablar más de integración. Hay que hablar de inclusión. “En Posadas hay muchas escuelas que se catalogan de inclusivas y no lo son. Dentro de la escuela tienen un aula dedicada a personas con discapacidad, pero eso no es inclusión, es dar un espacio. Inclusión quiere decir que cada persona con una discapacidad tiene que ir a una escuela y grado común, al aula que le corresponde. Si su coeficiente intelectual lo habilita, tiene que ir. Eso es incluir”.





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