Decía Don Vicente Beltrán Anglada que “el enorme problema humano es retornar a las prístinas fuentes naturales y beber de nuevo, aunque en una más elevada espiral de su destino evolutivo, aquel agua de vida que representa la respiración pura, tal como la practican todas las criaturas vivientes de los demás Reinos de la Naturaleza”. Parece un asunto trivial. Uno respira siempre y listo. Ni se da cuenta. Es una función automática. Pero… cuando tomamos conciencia, descubrimos que la frecuencia normal de respiraciones -entre 12 y 18 por minuto- “aumenta cuando el cuerpo se halla bajo los efectos de una indigestión, fiebre, resfriado y tos o por diversas emociones”, como decía el Maestro Iyengar, con quien coincide Beatriz Spinoza cuando expresa que hay una respiración para cada estado de ánimo: la respiración del odio, del amor, de la ira, de la angustia, de la desolación, de la calma o del reposo.“Cuando el aire se agita, la mente se agita; cuando el aire se aquieta, la mente se aquieta”, dice el Hatha Yoga Pradipika. Y Evans Wentz lo pone en términos actuales: “La correspondencia entre la actividad mental y la función respiratoria es uno de los postulados fundamentales de la psicofisiología del Yoga”. “La uniformidad de la respiración proporciona salud a los nervios y serenidad mental y temperamental”, decía Iyengar, “por eso los yoguis no miden la duración de su vida por el número de días o años, sino por el de respiraciones”. Entonces, cambiando la calidad de la respiración podemos favorecer la calidad de nuestros procesos fisiológicos y contenidos mentales, lo que implica una mejor calidad de vida y menor incidencia de enfermedades.Desde el punto de vista fisiológico sabemos que a través de la respiración se produce la oxigenación de la sangre que pasa por la arteria pulmonar, a nivel de la cual se liberan impurezas y se absorbe oxígeno. El cuerpo como unidad depende de ese equilibrio. Esto es conocimiento común tanto para Oriente como para Occidente -dice Beatriz Spinosa-, pero para el Hatha Yoga, el Yoga que se puede ver, el Yoga de los alientos, la respiración no se limita a ser sólo el proceso por el cual se inhala oxígeno y se exhala dióxido de carbono; junto con el pulso expresa el antiguo principio universal de ritmo mientras en la inhalación absorbe prana, la energía sutil que mueve al Universo, el aliento que produce, mantiene y alimenta la vida, a cuya regulación consciente llamamos Pranayama, como veremos en otra nota.La práctica del Hatha Yoga se sostiene en tres elementos: concentración, respiración y relajación, que se entrelazan y modulan entre sí dando lugar a un cuarto elemento que puede producirse como consecuencia: el estado de meditación. Porque somos la respiración de la misma manera en que somos la postura en el instante mismo en que la practicamos. Y siendo de manera total lo que estamos haciendo podemos experimentar la plenitud del momento, porque para que haya Yoga tiene que haber presencia. Y estar presente en la respiración es hacerla consciente, sentirla fluir como una onda vital que nos permea proporcionando calma y una sensación de profunda alegría… alegría de ser, de estar, que florece desde muy adentro, en la colchoneta, en la hora del ahora. Y el tema no está agotado. Namasté.Colabora: Ana Laborde Profesora de Yoga [email protected]





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