Señora Directora: Como todas las especies, bien al principio de su existencia, los hombres, por lógica, tenían hambre y la necesidad de alimentarse y recurrían al ataque. Según los estudiosos, el hombre de las cavernas, por ejemplo, recurría a grandes piedras para arrojarlos contra la cabeza de los “Taurus” (vacunos); las fieras a sus garras, algunos insectos a un veneno, etc. Hasta que aparecieron el palo, la macana, las lanzas para defenderse o atacar. La Edad de Bronce aportó la punta metálica de las lanzas y así no se quebrara con facilidad.En todos los continentes fue aumentando la población y las ansias de poseer más territorio y dio el inicio a la formación de reinos e imperios. Para apoderarse de sus superficies había que atacar con lo que había en cada época y atacando se mataba todo, cosa que ya no importaba miles de años atrás. Después nació alguien que descubrió que mezclando diversos componentes químicos se obtenía la pólvora. Al poco tiempo, otro inventó un arma de fuego en base a ésta y de paso, la munición correspondiente.¿Para qué? ¡Para matar!Primero se probó con liquidar animales y también entre la especie humana para demostrar con distintos poderes el dominar espacios ajenos. Había que demostrar de cuántas armas se disponía y se fueron inventando bombas, granadas, cañones, torpedos, etc. Parecía una competencia de quien tenía la mejor escopeta, rifle, fusil, carabina, ametralladora, etc.¿Podo para qué? ¡Para matar!Hoy es un negoción para los laboratorios elaborar medicamentos; paralelamente también es otro negoción fabricar armas. Durante los últimos cien años hubo más genocidios que durante los miles de años anteriores. Entre los genios que inventaron armas no faltó uno que dijo: “Hacemos armas para proteger la paz”….Del poder de los imperios llegamos al surgimiento de las ideologías extremas que intentaron imponerse matando a más seres humanos, con las más sofisticadas armas fabricadas por la mente humana. Entre 1939 y 1945 se enfrentaron dos de esas ideologías en una guerra que segó la vida de más de 50 millones de personas. ¡Ninguna especie animal cometió tamaña estupidez y barbaridad!





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