Las historias de las heroínas siempre son inspiradoras, dejan un mensaje difícil de olvidar, sus gestos y sacrificios jamás son en balde. Vale la pena entonces, recordar sus hazañas para que sigan motivando a más personas. En este caso se trata de alguien contemporáneo: Julia “Butterfly” Hill, nacida en el año 1974 en USA.Se hizo conocida en todo el mundo y acaparó la portada de las revistas más influyentes cuando a los 23 años (diciembre de 1997) se subió a un árbol de secuoya, se instaló en su copa a más de 50 metros de altura, para evitar que una empresa arrasara con todo un bosque. La secuoya es el ser vivo más grande del planeta y vive mas de 2000 años. Bajó en diciembre de 1999, dos años después, habiendo soportado lluvias, tormentas, enfermedades e infecciones, cuando tuvo la garantía legal de la protección de la reserva. Su mensaje fue: “No se debería talar ni uno más de estos árboles centenarios”. En términos globales aun estamos lejos de que este mandato se cumpla totalmente ya que la tala indiscriminada continúa pero fructificó en varios movimientos activistas por los árboles.Julia “Butterfly” Hill bautizó a su secuoya con el nombre de Luna y escribió sus experiencias en el libro “El mensaje de Luna”, que se tradujo a varios idiomas. Comienza diciendo: “Al principio era el Amor, y el Amor creó y se convirtió en Creador. Al Creador le ofrezco todo el honor y la gloria y mi más humilde gratitud por concederme el don de vivir en un Amor que reside tan delicadamente en cada aliento y por guiarme hacia una experiencia en la que pude aprender el poder, la magia y la comprensión de lo extraordinario que es ese don. Durante el resto de mi vida haré todo lo que este a mi alcance para honrar, cuidar y proteger este don de la vida que nos conecta a todos”.Ella afirma que “cada uno tiene que escalar su árbol interior”, y que a menudo el mundo exterior nos absorbe de tal manera que dejamos de escuchar la voz del corazón donde esta la fuente de la verdadera felicidad y desde ahí nos conectamos con todo lo creado.En el libro “Cada uno hace la diferencia: acciones inspiradoras para cambiar el mundo”, dice: “La pregunta que debemos hacernos no es: ¿Una persona puede marcar la diferencia? Todos y cada uno de nosotros contribuimos a ser la diferencia. En realidad, es imposible no ser una diferencia. Así que la pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué tipo de diferencia es la que quiero aportar? Uno puede marcar esta diferencia, pero lo maravilloso es que no estamos solos, que somos parte de una familia global”.ColaboraHilda Gonzá[email protected]





Discussion about this post