Señora Directora: La ingenuidad es un gusto que muchas veces no nos podemos dar. A veces pasar por inocente o mentecato puede evitar problemas, pero cuando nuestra elección compromete a un grupo de personas, no se puede especular con el error, los que nos vuelve ignorantes más que otra cosa. Dicen que la memoria es como el mal amigo; cuando más falta te hace, te falla. Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla, por eso en Argentina, muchas veces volvemos a pisar el mismo palito (Una de las versiones cuenta que lo de "pisar el palito" tiene su origen en cierta jaula especialmente preparada para atrapar +entrampar- pájaros de libre vuelo). Hay personajes que han atentado contra el pueblo; sin embargo, el pueblo los perdona otorgando nuevas oportunidades, esperando peras del olmo. Convencen con alegres discursos o en sonrientes actuaciones, se meten al público en su bolsillo. Pan y circo decían los romanos, volviendo a repetir la historia, las mismas recetas con las que aprendieron a amasar una fortuna, pero con las que se hace harina de los demás. Luego encuentran chivos expiatorios para echarles la culpa de los males, pero en la era de la información poco tiempo les sirve el patíbulo. Encuentran al pícaro ladrón para cargarlo como el mal ejemplo de su enemigo, así la gente mete a todos en la misma bolsa y arrojan al fuego del desprecio la paja y el trigo. Cuando el pueblo espera ser salvado por milagros o vacías promesas es mejor que se ponga a remar, porque de milagro no se llega hasta la costa. Ni siquiera la abundante información logra informar, ya que cobran relevancia las noticias que se han elegido como relevantes. La agenda está marcada, y se borra con el codo lo que se promete para lograr la amistad del pobre. No dejemos el futuro librado al azar de falsos silogismos, porque no se puede especular con el hambre, la enfermedad y el frío.





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