El proteccionismo fue la herramienta del anterior gobierno para dar impulso al mercado interno y las empresas nacionales. Loable y destacable estrategia que chocó siempre con los intereses de Uruguay y Paraguay, miembros del Mercosur que veían cerradas las puertas al ingreso de varios de sus productos al mercado argentino y brasileño.El capítulo Argentina-Brasil es de por sí especial, porque entre ambos formaron un virtual bloque interdependiente que vinculó a las exportaciones de ambos países principalmente en el sector automotriz. Pero ese vínculo entraba en discusiones cuando la mercadería pertenecía por ejemplo a la industria textil o la del calzado. Las Pymes locales se quejaban a los cuatro vientos cuando containers de zapatos y prendas llegaban desde Brasil. Pero el reaseguro del empresariado argentino era la Secretaría de Comercio y las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAI). Si algún importador quería ingresar productos debía realizar ese trámite previo y esperar que sea aprobado por los organismos de control. Podían pasar meses esperando en la Aduana. La finalidad de no perjudicar a la industria local tenía como contrapartida la falta de insumos industriales, repuestos para maquinaria pesada, algunos tipos de medicinas, repuestos para equipos médicos de alta complejidad, etc. etc. etc.Inclusive todo lo que Argentina no fabrica o lo que produce y no cubre la demanda interna sufría trabas para ingresar y solucionar problemas a clínicas, pacientes, pequeños empresarios y cualquiera que necesitaba un producto que antes lo conseguía de manera simple. La otra variable de estas restricciones era impedir que el Banco Central tuviera que usar más dólares de sus reservas para pagar importaciones. Inclusive mucho antes de las DJAI, que se instauraron en 2012, el “lo pedís, lo tenés”, pasó a: lo pedís, tenés con suerte meses de espera. El 23 de diciembre último se eliminó ese trámite anticipado y se instauró el nuevo “Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (Simi)”. Los organismos estatales comenzaron a tener la obligación de dar respuesta a un pedido de importación no mayor a diez días. El objetivo oficial es “el desarrollo de instrumentos que además de optimizar sus funciones específicas en materia aduanera, favorezca la competitividad y la facilitación del comercio exterior, sin perder de vista, los controles y la gestión de riesgo sobre las mercaderías”. Explicado, iba ser más fácil importar, favoreciendo la competitividad, pero sin apertura indiscriminada que pusiera en riesgo la industria local, pero sí ante el desafío de la competencia en iguales productos. Lo que hizo además el Gobierno, fue acatar un fallo de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que exigió al país suprimir trabas a la importación ante una demanda de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón. Sacar la vista del ombligo Sin dudas el gobierno de Mauricio Macri apuesta a la integración global de la Argentina. El ejemplo está en el acercamiento a Europa y los Estados Unidos, pero también la mirada hacia la Alianza del Pacífico. Ese bloque comercial fue impulsado en 2011 por México, Colombia, Chile y Perú, y Argentina busca sumarse como miembro observador, como ya lo está haciendo Uruguay. El 1 de julio el presidente argentino viajará a Chile a una cumbre que reunirá a los mandatarios antes mencionados como así también a empresarios partícipes del bloque. Al respecto de ese viaje, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo dio su parecer acerca de este viraje de nuestro país, de la integración “cerrada” del gobierno anterior, a esta nueva apertura comercial que según sus palabras, no implica despegarse del Mercosur.Pompeo opinó que “la convergencia hacia la Alianza del Pacífico es coherente” con lo que Cambiemos decía durante la campaña electoral y dijo que ese acercamiento “se hará desde el Mercosur, no con Argentina en forma separada”.Consultado por los medios nacionales sobre los resquemores que una eventual apertura de la economía puede despertar entre sectores empresarios y sindicales, Pompeo enfatizó: “Nuestra preocupación es cuidar las fuentes de trabajo y por supuesto crear nuevas”.“Las relaciones estratégicas de Argentina son con Brasil, en primer lugar, luego con el Mercosur y desde allí converger con los países del Pacífico”, enfatizó. Pompeo consideró que el resto de los miembros del Mercosur acompañan esta idea (excepto Venezuela) y citó como ejemplo que Uruguay ya es un participante de las reuniones de la Alianza del Pacífico en calidad de “observador”.La visita de Macri a la cumbre de Santiago representará el primer paso formal a un acercamiento largamente anticipado, incluso por la propia canciller Susana Malcorra, quien a principios de mes durante su exposición ante la comisión de Asuntos Exteriores del Senado había afirmado que “el Mercosur necesita un vínculo de salida hacia el Pacífico” y anunció el impulso a que Argentina participe como “observador”.Al respecto, la Canciller asistió este último miércoles a la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, para exponer los lineamientos respecto a las relaciones internacionales del Gobierno de Cambiemos. La funcionaria ratificó que el Mercosur es “central”. “La inserción para nosotros parte sin lugar a dudas del Mercosur, que es central para nuestra capacidad de insertarnos en el mundo. Advertimos una necesidad de fortalecimiento, de crecimiento y de eliminación de barreras que han sido autoimpuestas”, aseveró la ministra de Relaciones Exteriores y Culto.“El Mercosur está lejos de ser aquello que aspiraron el presidente (José) Sarney y el presidente (Raúl) Alfonsín, pero tampoco podemos despreciarlo porque se ha avanzado muchísimo. Hagamos más Mercosur, no menos Mercosur, porque como un mercado integrado nos da un marco de negociación más amplio”.Respecto a la nueva visión estratégica del Palacio San Martín, dijo que “fundamentalmente vemos la política exterior como una política de inserción. Y esto parte de la premisa de que integrarse al mundo es una oportunidad, no una amenaza. Lo que no quiere decir que seamos inocentes, porque en la integración hay asimetrías y cuestiones de diferencias de poderes”, aseveró Malcorra y señaló que “siempre los intereses de la Argentina deben estar en el centro” de la discusión. Aseguró que Argentina no impulsará “ni relaciones carnales ni distanciamientos que no sirvan”, al sostener que el Gobierno debe “encontrar puntos medios que sirvan a los intereses de los argentinos”. En lo que tiene que ver con la posibilidad de avanzar en un convenio comercial entre el Mercosur y la Unión Europea, la ministra advirtió que “no va a ser fácil y nos va a llevar un tiempo”, pero apuntó que se busca &ldquo
;un acuerdo más amplio” ya que “Europa es nuestro segundo destino de comercio después de Brasil”.Respecto de los convenios firmados con Estados Unidos en la visita del presidente Barack Obama, Malcorra aclaró que “no estamos hablando de un mercado de libre comercio” con ese país, “salvo que rompamos con el Mercosur”, apuntó la ministra, hipótesis en la que no trabaja en Gobierno, aclaró.En su exposición en el Congreso, la ministra reiteró que la política exterior del Gobierno se sustenta en “la eliminación de la pobreza, la lucha contra el narcotráfico y la unión de los argentinos” como pregonó el presidente Macri desde que se hizo cargo del Ejecutivo.Malcorra indicó que desde la Cancillería se busca “la inserción económica” de la Argentina en el mundo como así también generar “oportunidades de inversión” para el país con el fin de atender la situación de pobreza.La mirada de ChileEl diario Perfil consultó a Antonio Viera-Gallo, el canciller chileno en nuestro país, acerca de la intención de Argentina de sumarse al nuevo bloque y la reticencia que había tenido el kirchnerismo con la Alianza del Pacífico, principalmente por cuestiones ideológicas. “Los acuerdos de libre comercio tienen que ser juzgados por sí mismos. No cabe la menor duda que cuando los países concuerdan ciertas reglas de intercambio económico entre países o bloques de países, eso en general es mejor a que se implemente la ley del Estado más fuerte. En el caso de Chile, por ejemplo, se fijan reglas que le permitan hacer valer su punto de vista. Como dije, es un error juzgarlos como algo de ‘derecha’. Por otra parte, es la sociedad entera la que empieza a hacer valer sus opiniones, hasta organizaciones sociales. Los acuerdos nunca son fáciles de negociar. La globalización en que vivimos, inevitablemente, hace que se vayan produciendo estos convenios…”. En las palabras del embajador chileno está la clave para la “inserción inteligente” que busca el Gobierno de Macri. El mundo corre a una velocidad en la que las economías cerradas no tienen posibilidad de desarrollarse si no entra en la clave de la globalización. Pero atención, Argentina deberá lograr ese delicado equilibrio que demanda una economía más abierta. Hoy sabemos lo que fueron las nefastas relaciones carnales de los ‘90. A tono con el mundo de hoy, la expectativa yace en que el Gobierno reinserte en el mundo al país, pero con los reparos necesarios para que sea beneficiosa la nueva forma de integración y no de lugar a que se cumplan las profecías, que sin tapujos, algunos sectores políticos internos desean para la Argentina. Colaboración: Lic. Hernán Centurión





Discussion about this post