Todo pensamiento siempre es previo al inicio de toda actividad, esta es una acción como la de trabajar, pintar o simplemente hablar para comunicarnos; donde toda palabra impacta en nuestra vida y en la de quienes nos escuchan.Parte de nuestro equilibrio mental, históricamente se mantuvo con la ayuda del diálogo con “otros”, aquellos amigos, familiares y docentes con buen criterio, son los consultores y asesores emocionales e intelectuales gratuitos. A esta lista de padres, hermanos, abuelos, maestros y amigos, se puede agregar a los vecinos, el vendedor de carne o almacenero, los compañeros de trabajo, los maestros, los religiosos, los enamorados; en fin, todos aquellos que son parte de la pequeña “aldea” que nos rodea diariamente, quienes nos ayudan como “psicólogos idóneos sin título”.Hoy en día nuestra cultura individualista nos ofrece múltiples entretenimientos que suplantan el “contacto humano para dialogar”, por lo que surgieron y se multiplicaron los psicólogos y psiquiatras para suplir esta forma de contacto y asesoría.También aparecieron los centros de internación que lastimosamente llamamos “loqueros o psiquiátricos”, y aumentaron los medicamentos para tratar las dolencias psíquicas por soledad o psicofármacos, que dan mucha plata a empresas multinacionales.Tenemos miles de “amigos en Facebook”, pero ninguno me sirve para mirarlo a sus ojos y hablar frente a frente, ver sus reacciones y su sentir por lo que le dije o me dijo. El único camino para sobreponernos a cualquier “padecimiento “es el amor”, la persona que ama y es amada no se somete, “ama y libera” al que está al lado, por eso a Jesús que predicaba sobre el amor lo clavaron vivo en una cruz.Aparentemente triunfaron los defensores del odio que lo crucificaron, pero ¡Oh sorpresa!, más de dos mil años después, Jesús aún vive en los millones de seguidores que tiene, y de esos profetas del odio sólo nos acordamos para señalar su maldad.“Una princesa bella, rica y sabia tenía muchos pretendientes para casarse, para probarlos decidió que se casaría con quien le llevara el regalo más valioso. Llegaron los regalos, entre ellos una piedra simple y sucia que llamó su atención, llamando a quien se la regaló, el joven le explicó que esa piedra era dura como el corazón de ella, que cuando tenga amor verdadero se ablandará y será más tierna.Sorprendida, la princesa llevó la piedra a todos lados, pero al tiempo se desanimó y la arrojó al fuego, pronto vio como se deshacía la arena y emergió una bella figura de oro. Allí comprendió que ella en su reino tendría que ser como el fuego, separando lo inútil y resaltando lo importante en la vida, acabando con el lujo, las joyas y los excesos. Por esto comenzó a dar comidas y libros, empezó a transmitir calor humano y pasión por cuanto hacía, que la llamaron cariñosamente ‘La princesa de fuego’. Como con la piedra, el fuego de la princesa deshizo la dura corteza del corazón del joven, y como había prometido fue tierno, justo y feliz con su princesa”. P. P. Sacristán Debemos volver a la práctica de la “aldea antigua”, donde son importantes los contactos humanos, los consejos de los ancianos, las bromas de los amigos, el contacto con una mirada conocida, el poder interpretar y comunicar gestos, el diálogo sin interés, los saludos con las manos, los abrazos cordiales y besos de amigos, la palmada conciliadora, las reuniones en familia, el festejo, la charla informal, el café con compañía, el brindis y la comida casera.Con más conversaciones sinceras, le sacaríamos mucho trabajo a los psicólogos y psiquiatras y tomaríamos menos medicamentos.Además nos equivocamos si pensamos que todo es “presente”, mirando la vida de “forma estática”, pensando sólo en el momento; pues toda reflexión del presente se hace con la memoria escarbando y asociando el pasado guardado, y por supuesto, también teniendo en cuenta las expectativas o deseos que ponemos en el futuro. Toda reflexión para ser completa debe incluir el pasado, presente y futuro, permitiéndonos percibir el cambio que tuvo nuestro pensamiento, nuestra acción, nuestro comportamiento o toda experiencia.Veremos la capacidad potencial de llegar que tiene guardada cada pensamiento y cada acción, que guardan en sí una energía que no podemos ver hoy, pero que al poco tiempo entenderemos.Toda palabra que expresamos hoy se originó en el pasado y causará un efecto en el futuro, esto evitará pensar sólo en el presente. Debemos cuidar nuestros pensamientos, porque se convierten en palabras y acciones, que si se vuelven frecuentes y repetitivas, se convertirán en un hábito o forma habitual de comportamiento. Si sólo tenemos pensamientos amargos y pesimistas, seguro seremos amargados, por lo que nuestra meta la iremos construyendo imperceptiblemente hacia un “pozo de inconformismo y depresión”.Estamos acostumbrados a entender y enjuiciar los hechos de las personas, como si miráramos al trasluz una radiografía, es decir en un momento y lugar, pero somos “seres históricos y geográficos”, que pensamos según un tiempo y lugar geográfico, por ejemplo yo en el 2015 en Argentina, no sería lo mismo si fuera de China en el año 1501. Las palabras con sus ideas, pueden hacer que quien las escucha se sienta pequeño, tonto e insignificante, pero a otras lo harán sentir lleno de vida y gozoso, para algunos serán negativas y para otros positivas. Algunas palabras son como un balde de agua fría, pero otras son como una brisa cálida, es placentero que nos digan “Gracias por tu ayuda”, “Sin ti no lo hubiese logrado”, “Eres importante” o “No hay nadie como tú”. Pero otras palabras pueden ser catastróficas como “Eres bueno para nada”, “Sos un tonto estúpido”, “Anda ignorante”, “Déjate de molestar” o “Pierdo el tiempo con vos”. Desearíamos que los dichos de otros no nos afecten, e incluso ponemos excusas para hacernos ver fuertes sin que nos influyan otras opiniones, pero en realidad toda expresión nos influencia y el grado de afectación dependerá de la cercanía afectiva con esa persona y autoridad, no es lo mismo el desprecio de una madre, que el de un amigo o un desconocido.De igual manera nosotros con nuestros dichos influimos en otros, nuestras palabras serán de desprecio o de vida, ya que ninguna palabra es ociosa quedando en el olvido, por lo que “Si no tenemos nada bueno que decir, es preferible quedarse callado”.por Bazán J. L. – MédicoDeseo tu opinió[email protected]




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