Tal como indica la tradición que se remonta a la Antigua Grecia, el fuego olímpico no puede apagarse. Desde que se enciende en Olimpia, hasta que pasa al pebetero en el que permanece encendido hasta que finalizan los Juegos, la llama nunca puede apagarse.Pero en Recife – publica el sitio Observador- en medio de la recorrida por Brasil antes de que llegue a Río de Janeiro, donde serán los Juegos Olímpicos en el mes de agosto, la llama estuvo muy cerca de dejar de brillar. El hombre que la transportaba, inesperadamente cae al suelo. Rápidamente asistido por los responsables de seguridad que custodian el recorrido del fuego olímpico, el hombre se puso de pie y siguió como si nada hubiera pasado.<p lang="pt" dir="ltr">pq o melhor do brasil é o brasileiro <a href="https://t.co/ML1AsNUDmr">pic.twitter.com/ML1AsNUDmr</a></p>— malu (@drunkxlove) <a href="https://twitter.com/drunkxlove/status/737819144138133508">1 de junio de 2016</a>u000A





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