Señora Directora: Hay toda una suma de responsabilidades a la hora de repartirlas entre quienes miran hacia otro lado a la hora de evitar que un conductor suba a su vehículo alcoholizado y pretenda conducirlo. Y para esto no basta el Alcoholismo 0, sobre todo cuando no realizan los controles ni se crea la conciencia necesarios para que esa irresponsabilidad no se convierta en más muertes en las calles y rutas de la Provincia como de todo el país.La tragedia ocurrida el domingo en esta capital –y que me niego a clasificarlo como “accidente”- es una nueva advertencia de lo que urge hacer, pero no existe ni responsabilidad por parte de los conductores –o en sus progenitores, si son jóvenes–, ni voluntad política de las autoridades que hablan mucho, pero poco hacen. Sin contar aquellos que miran hacia otro lado o mueven influencias y presionan a las autoridades cuando los infractores son hijos, familiares, amigos o protegidos suyos, creando para estos casos nuevas diferencias entre ciudadanos de primera y de segunda.Pero tampoco debemos soslayar la responsabilidad que le cabe a quienes permiten a sus hijos que salgan con sus vehículos y manejen “a la buena de Dios”.





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