Andrea Núñez es la encargada de la gestión turística de la Estancia Santa Inés o “Estancia de los Nuñez” como también se la conoce en Misiones. Es integrante de la comisión de la Ruta de la Yerba Mate y además es instructora de yoga. Pese a sus múltiples ocupaciones, toda ella es etérea y leve. Habla pausado, sin tonos estridentes. Transmite calma y a la vez convencimiento. ¿Tendrá algo que ver con sus modos aquello con lo que se nutre? Desde hace dos años es la referente en Posadas del movimiento slow food o “comer lento”, una filosofía que se expande por el mundo y que promueve la plena conciencia en el hecho de alimentarnos y elegir qué vamos a llevar a la mesa y a la boca. En contraposición al fast food y a todo lo que implica, este movimiento invita a aliarse con el tiempo en vez de considerarlo un enemigo. Aliarse para saborear, para degustar, para disfrutar, para digerir y para rodear al momento de la comida de aquella carga cultural y tradicional que lamentablemente se va perdiendo, porque ya casi nadie come en rededor de una mesa compartida. “Comer Bueno, limpio y justo” es la declaración de principios de este movimiento que convirtió el hecho de comer en un acto político. “Comer bueno es comer cosas sabrosas, rescatando las tradiciones culinarias, y que a la vez sean alimentos benéficos para el organismo, que nutran y hagan bien. Comer limpio es comer alimentos en cuya siembra o producción no se hayan usado agroquímicos ni manipulaciones genéticas, y que su elaboración no genere una huella ecológica; comer justo implica adquirir los alimentos a un precio adecuado para el productor, en lo posible sin intermediarios y lejos del concepto de explotación de la cadena más débil, aún a costas de pagar un poco más caro que en el mercado masivo”, explica. Andrea recuerda que una de las pérdidas más grandes a nivel alimenticio es el sabor de las comidas. Tomates desabridos, pollos insípidos, verduras coloreadas… la producción en masa y manipulada genéticamente nos hizo perder calidad de vida a través de la alimentación con productos con estas características. A la vez, la pérdida de las tradiciones culinarias y la imposibilidad de reproducir las recetas “de toda la vida” conllevan una pérdida cultural enorme, nos cuenta, convencida. Convivium Las bondades de esta filosofía son conocidas en Misiones a través de los Convivium, grupos de practicantes que se organizan en las distintas ciudades en rededor del mundo para promover lo que han descubierto. En Oberá hay dos, hay uno en Aristóbulo del Valle y uno en Posadas, que tiene alrededor de 40 integrantes, incluidos profesionales nutricionistas. “No sólo promovemos el hecho de comer despacio en contraposición a lo rápido y dañino. También concientizamos sobre la posibilidad de consumir productos de las ferias francas, lejos del modelo agroalimentario industrial. Misiones en este sentido tiene una situación privilegiada. Podemos acceder a este tipo de alimentos buenos, limpios y justos, pero necesitamos estar conscientes de que esa es la opción. Hay muy pocos lugares en los que se da esta posibilidad, que el alimento vaya directamente de la tierra a la mesa”, insiste. En este último punto, intentan instalar el concepto de co-productor en lugar de consumidor: un co-productor conoce las técnicas de producción y transformación, acompaña y apoya al productor y no corta la cadena de adquisición para que el colono pueda mejorar su provisión. El co-productor crea un vínculo con el feriante al que le compra. “No importa que paguemos un poquito más caro mientras nos aseguremos que el dinero va a las manos correctas”, define. Para no perderse Cada vez que se inicia un nuevo período, vuelven a presentarse en sociedad para que más vecinos conozcan estos principios. El próximo 4 de abril volverán a convocar a todos en el Centro Cultural Vicente Cidade, desde las 20. El movimiento slow food de Posadas ya tiene siete años de permanencia. Una de sus actividades más conocidas es la conmemoración a Kara-í Octubre, en la Bajada Vieja, con la gran olla de jopará frente a lo de doña Pomposa, que se cocina con la receta tradicional y con los ingredientes donados por los vecinos y que se comparte en medio de un festival. También, año a año, hacen la celebración de la madre tierra, una fiesta en honor a la gran proveedora de semillas libres y de suelo vivo, de salud y de soberanía. “Apresurate lentamente” les indicaba el emperador Augusto a sus ayudantes para indicarles que lo bueno, lo bien ejecutado, lo que llega lejos, casi siempre necesita una inversión suficiente de tiempo. La acción de alimentarse está en ese listado. Por Mónica [email protected]





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