Señora Directora: Analizando el comportamiento de los seres humanos, uno descubre que en nuestra sociedad, los valores morales y éticos han quedado excluidos de la conducta habitual de muchas personas, lo que obviamente trae sus distintas consecuencias que nos afectan directa o indirectamente. Quizás, el término "libertad" se ha malinterpretado y por ello se han producido las extralimitaciones en su comportamiento. Al no haber intenciones de controlar esos malos hábitos, pues entonces proliferan por todas partes y el descontrol va en aumento, que tal vez sea premeditado por parte de los que son responsables de tomar las medidas pertinentes, llevando al pensamiento: “Dejar hacer, dejar pasar”. No obstante, escapa de cada vez más personas la intención de valorar su existencia, de saber por qué y para qué viven, de crecer intelectualmente y madurar en el concepto de calidad humana, para así encontrar su lugar en la amplia estructura social que integra. Observando estadísticas y comparando con los distintos ámbitos sociales, se puede concluir fácilmente que los resultados no son los esperados. Más bien van en disminución en cuanto al conocimiento, al estudio, al aprendizaje, a la proyección en su formación profesional, lo que trae aparejado un sinnúmero de dificultades y desencuentros en la conjunción de ideas y proyectos, tanto privados como públicos. La “honestidad” es otro valor humano que fue desapareciendo y es como si no fuera necesario ser honesto, porque el sistema impuso otras reglas de juego y hasta hay personas que, por no quedar sin empleo, son deshonestas y corruptas. La “infidelidad”, no solamente en cuanto al matrimonio sino también en su cargo, en su función de confianza que se le encomendó, perdiendo así credibilidad. La “desobediencia” que no comprende solamente a los menores sino además a los adultos, como los casos recientes, de conductores que alcoholizados conducen cuando saben que está prohibido. Y así se podrían destacar muchos ítemes que la gran mayoría conoce, aunque no los pone en práctica. Pero la vida es tan importante que no deberíamos perder el tiempo en el ocio, en los vicios, en odios y rencores, en envidias y pesadumbres. Deberíamos vivir el hoy, porque el ayer ya fue y el mañana, aunque sea desconocido, tiene que estar cargado de esperanzas y optimismo, sabiendo que cada despertar al amanecer es una nueva oportunidad de seguir apostando en lo creativo y encontrar motivos para mantener las energías positivas. No perdamos el tiempo escuchando a quienes no quieren consensuar o a los obstinados que atacan a ultranza al igual que los mensajes subliminales, porque son ondas negativas que nos afectan aunque no lo creamos. Finalmente, lo material es una necesidad, pero no debe superar los límites para trasformarse en ambición, porque así como quedará nuestro cuerpo en este planeta, también quedará todo lo material acumulado en el tiempo de nuestra existencia. Seamos inteligentes y veamos las cosas como son.




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