Tesoros que se muestran y se ocultan, como invitándome a encontrarlos y a descubrirlos.A veces imperceptibles, a veces majestuosos, pero siempre con esa rara mezcla de belleza y misterio que logra transformar un momento en eterno y hace sentir que un día se vivió con mayor intensidad que otros sólo por habernos permitido contemplarlos.Parte de mi tiempo transcurre entre estos tesoros, en los senderos misioneros.Allí, el aire dibuja en mi piel adormecida un mapa de pasiones, de historia, de silencio…Me empapo el alma con aroma de bosque y dejo pasar la vida. La huella se abre hacia un mundo libre y voy descubriendo, poco a poco, los latidos de seres temerosos y esquivos los tonos de canto celestiales, la fragancia agreste de las plantas, un universo sensorial y subjetivo, abstracto pero real, en el que las escenas se suceden, una tras otra, frente a mis ojos. Disfruto enormemente, escucho la voz de un arroyo, llenarme de su paz y su misterio cuando el agua parece olvidar su corazón de piedra para fundirse en trinos infinitos. Matices que inundan la mañana y se transportan en un viaje a lo más profundo de mi ser, tamizando lo sensorial de lo mundano, de la chatura cotidiana.HaikuNo cesa el silencio el espejo repasasus memorias.Colabora: Aurora Bitó[email protected]





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