Señora Directora: Solamente los ilusos pueden creer que la campaña iniciada para evitar el uso de cohetes en las fiestas arroje los resultados esperados. Una cosa son los cohetes inofensivos, de poca potencia, las estrellitas; y otra los petardos y bombas de estruendo, que cada vez son más potentes y generan todo tipo de problemas a su alrededor cuando explotan. Ancianos, personas enfermas, autistas, recién nacidos, son los seres humanos que sufren y hasta deben ser llevados a ser asistidos por médicos ante el maldito flagelo que no tiene fin. También están las mascotas y los perros que llevan la delantera, porque buscan refugio en cualquier rincón de la casa o si pueden huyen sin control, quedando a merced del sufrimiento y abandono porque no saben regresar. Muchas familias prefieren gastar una buena suma de dinero en cohetería y prefiere resignarse a disfrutar de una buena comida, eso demuestra la falta de responsabilidad por parte de los padres, que también demuestran su fanatismo cuando gana su equipo favorito, dando rienda suelta al festejo sin importarle la hora ni si sus vecinos están de acuerdo con su comportamiento. Pero lo curioso de todo esto es que las mismas autoridades utilizan cohetes para festejar algún triunfo o festejo especial; ¿entonces en qué quedamos? ¿Hay interés en poner fin al abuso? ¿O seguiremos permitiendo que el problema continúe, no dándole la importancia que se merece dados los problemas que genera?Estamos en momentos de rebeldía social y es como si nadie quiere asumir el control para cambiar esta mala costumbre instalada y que no beneficia a nadie. Tal vez algún día, alguien tomará la posta y buscará la solución más conveniente.





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