En un acto de fe, Nelson Sobrino Jr., de trece años, se armó de valor para subir al escenario delante de toda la escuela. Con los pies temblorosos, tomó el micrófono y decidió que para él no había imposibles, que el autismo no sería un obstáculo.“Me postulo a presidente porque me importa”, dijo Nelson durante su discurso en octubre como candidato a presidente del cuerpo estudiantil en el Somerset City Arts Conservatory, en Homestead.Nelson habló despacio, asegurándose de leer cada palabra. Y mientras hablaba, a sus colegas estudiantes les corrían las lágrimas por las mejillas.“Soy honesto, confiable y trabajo duro”, dijo. “Los representaré bien y juntos podemos marcar la diferencia. Lideraré a nombre de todos. Yo seré la voz de todos ustedes”.Nelson recibió una ovación de pie . Y ahí mismo este alumno de sexto grado fue elegido presidente del cuerpo estudiantil de la escuela pública charter de Miami-Dade con poco más de la mitad de los votos. Tenía tres oponentes.“Yo voté por él porque siempre es muy agradable”, dijo William Morales, de 11 años y compañero de clase de Sobrino. “Si uno se cae mientras está jugando, Nelson te ayuda a levantarte. También comparte su merienda cuando otros tienen hambre pero nada que comer”.La decisión de Nelson de postularse sorprendió a muchos. Pocos sabían que Nelson —conocido por su timidez y reserva— se impondría al temor con confianza. Y sus acciones fueron algo muy emotivo para sus padres y la comunidad de la escuela.“Cuando escuché que se iba a postular a presidente, casi me caigo al suelo”, dijo su madre, Zoila Sobrino, con los ojos húmedos. “Sencillamente vino y me dijo: ‘Mamá, me voy a postular para presidente’. Yo me sentí en las nubes”.Su madre se dio cuenta que necesitaba prepararlo para cualquier resultado: “Le dije: ‘Mira, yo sé que te estás postulando, pero hay la posibilidad de que ganes o pierdas’ ”. Zoila hace una pausa y sigue comentando: “Pero me dijo que estaba listo, que estaba bien. Me dijo que tenía que buscar la manera de agradecer a la escuela”.Y así comenzó todo. Sus padres ayudaron a crear una campaña de carteles, en color escarlata, oro y esmeralda, con el lema de Sobrino: “Porque me importa”.Fue una decisión importante para Nelson y sus padres, que han pasado por muchos años difíciles.En el 2004, Nelson, que ese momento tenía 14 meses, y su hermana menor, fueron adoptados en Guatemala. Su madre adoptiva, Zoila Sobrino, había perdido más de dos docenas de embarazos. El deseo de ella y su esposo por tener hijos era tan fuerte que a final de cuentas decidieron adoptar.Durante mucho tiempo Nelson no habló, no podía caminar bien tampoco. Sus padres lo llevaron a un logopeda, quien sugirió que Nelson padecía de trastorno reactivo del apego, una afección en que un niño no logra establecer relaciones saludables con sus padres o personas que los cuidan. Es una afección común en los niños adoptados o abandonados.“Todos en la familia me decían que Nelson no iba a poder ir a la escuela, y yo rezaba y rezaba”, dijo Zoila. “Entonces me dije que sí iba a ir a la escuela”.Y así llegó el primer día de ir al preescolar, a lo que siguieron otras dificultades.“En el primer grado, Nelson me dijo: ‘Mamá, mi cabeza no está bien’ ”, dijo Zoila.Ahí fue cuando los padres lo llevaron a evaluarlo. “Pero para entonces ya sabíamos. A penas hablaba, no establecía contacto con la vista. Poco después le diagnosticaron autismo”.Ayudar a Nelson a salir adelante en la escuela fue una labor familiar de colaboración.Sus maestros le permitieron a la mamá estar en el aula para que se sintiera acompañado. Sus compañeros de clase lo ayudaban con las tareas y la directora de la escuela se mostró flexible con lo demorado de su aprendizaje. Y el maestro le prestaba especial atención, asegurándose de incluirlo en las actividades normales del aula.Con el tiempo, venció la timidez, ya no se sentaba en una esquina durante los bailes en la escuela y sus compañeros de aula lo animaban. Entonces comenzó a mostrarse más abierto. Pero tuvo que repetir el tercer grado.Eso no lo detuvo. Ese mismo año, Nelson recibió un premio por ‘Reading Plus’, un programa de lectura en Internet. Había leído más que cualquier otro alumno en la escuela.Ahora Nelson dice que está muy agradecido de todo eso.“Me encanta esta escuela porque me ha ayudado a ser el joven que soy hoy. Quiero devolver esa atención”.La directora, Idalia M. Suárez, dice que Nelson es uno de los “puntos más importantes de su carrera”.“He visto como se ha transformado desde el kínder hasta el sexto grado, y ha desafiado todos los pronósticos”, dijo Suárez. “Con el apoyo de sus padres, el personal de la escuela, sus compañeros de aula y el ambiente escolar ha podido llegar a lo que es hoy, ha sido aceptado y lo alaban por lo que es. La verdad es que ha hecho cosas que la mayoría de los alumnos con autismo nunca logran”.El padre de Nelson, Nelson Sobrino Sr., dijo que la experiencia lo ha cambiado para siempre.“El mismo día de las elecciones recibí mensajes de texto de los padres de otros alumnos que también se habían postulado”, dijo. “Todos se mostraron muy emocionados, lloraban, hasta las señoras que reparten el almuerzo. Fue algo único, que espero que vuelva a ocurrir. Eso muestra que con atención, amor y aceptación, cualquier cosa es posible”.Su esposa concuerda. “Los padres de niños autistas tienen que darles la oportunidad”, dijo Zoila Sobrino. “Hay que ser positivo, hay que pensar que sí puede salir adelante. Y es así porque él es una prueba viviente. Cuando todos pensaban que nunca podría haber llegado a donde está hoy. Ya le toca la escuela intermedia, no tengo duda alguna”.Por ahora, el presidente Nelson comenzará a trabajar en implementar “más días alegres en la escuela y ayudar a la gente con alimentos por el Día de Acción de Gracias”, dijo.La directora de la escuela dijo sonriendo: “Presidente Nelson, eso suena bien”.Fuente:NuevoHerald





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