Señora Directora: Habitué de las redes sociales, en los últimos tiempos he observado el comportamiento en éstas de quienes estaban a favor de uno u otro candidato. Mutuamente se descargaban artillería gruesa e insultos de distinto calibre, donde las ideas en general estaban ausentes. A lo que desafortunadamente sumó su cuota el candidato presidencial que resultó perdidoso, Daniel Scioli, olvidando que las esperanzas –aun erradas o mentirosas- siempre tienen mejor recepción en la ciudadanía que la siembra de temores –reales o sólo supuestas-.Esa “guerra de zapa” acabó el 22 de noviembre pasado, cuando las urnas terminaron favoreciendo al candidato opositor Mauricio Macri y, por escasa diferencia, relegó a quien se postulaba como la continuidad del gobierno. Pero, a la vez, abrió una herencia difícil donde el futuro oficialismo no tendrá control del Poder Legislativo y la mayoría de las provincias estará en otras manos, en especial de quienes resultaron derrotados en esta compulsa. Lo que obligará a una negociación constante y a la búsqueda de aliados que atemperen ese complejo panorama.Paralelo a esa realidad que exigirá una enorme cintura política, ya que difícilmente se pueda gobernar solo por decreto, también se observa un marcado discurso revanchista en muchos sectores sociales que se sintieron relegados en los últimos años. Algunos de ellos con justificados motivos porque vieron afectados sus intereses y otros, quizás, más movidos por razones diversas o, en algunos casos, porque satisfechas sus necesidades previas surgieron otras demandas para las que no hubo respuestas.Doce años en una gestión deja muchas heridas de lógicas injusticias y suelen pesar mucho más de los aciertos. Que los hubo. Aunque en el hartazgo de quienes se van queden olvidados, así como por la distancia temporal difícilmente recuerden la situación heredada por éstos al llegar, allá lejos. La cuestión es el ahora. Nunca habrá satisfacción por todo lo que se recibe y seguirá exigiendo más, esa es una de las grandes virtudes del hombre.Esa insatisfacción y otras frustraciones son las que provocan esa pretensión de retrotraer todo lo que disgusta y atacar puntos emblemáticos, dando vuelta la hoja de la historia como si ese pasado no hubiese existido. Es real y lo seguirá siendo, continuará presente en las acciones de mañana. No sólo por las cuestiones institucionales arriba señaladas dentro de un régimen republicano que se prometió respetar y “recuperar”, sino también porque, luego del 22, la Argentina aparece dividida en dos partes casi iguales, supuestamente antagónicas. Será responsabilidad de Macri y sus colaboradores saber recomponer esa dicotomía, porque necesitará de ambos sectores si desea tener un gobierno exitoso. Será esencial hacerlo, aun cuando tenga que asumir resoluciones que disgusten y provoquen rechazo. Todo gobierno está obligado a hacerlo y elegir lo que entiende lo mejor para la mayoría –o para los intereses que persigue-.En nada colabora en eso el ruido que se produjo tras el triunfo electoral y sobrepasó a los propios de los festejos. Sobre todo porque la Argentina de 2015 es muy diferente a la de 2003 y desde entonces se ha mejorado mucho en miles de aspectos. Sobre todo en la ampliación de derechos donde es de esperar nunca se retroceda y vayan sumándose otros que haga de los argentinos cada vez más iguales, desapareciendo todas las injusticias, desigualdades y discriminaciones aún persistentes. Aunque también hubo otro que nunca fueron resueltos (o no se quisieron resolver).¡Basta de agresiones y revanchismos! ¡Hay una Argentina que debemos continuar construyendo y seguir adelante!





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