Entre los más afectados, vecinos del barrio Fátima y Miguel Lanús, la bronca estaba dada en que la prestataria no había librado un aviso para que la situación no los tomara por sorpresa. Así las cosas, desde el lunes se encontraron con los tanques vacíos a la espera de que fuera una situación momentánea. Sin embargo la situación demoró mucho más de lo previsto, inclusive por la misma empresa proveedora, ya que tras una consulta de PRIMERA EDICIÓN por esta situación, desde la gerencia de comunicaciones se minimizó la cuestión porque "se trata del recambio de una válvula que tomará dos horas y se espera que el suministro se normalice inmediatamente". La cosa no se dio de esa manera y el miércoles la bronca era popular ante la prolongada falta de tan vital líquido.Sandra M. mamá de cinco niños, uno de ellos discapacitados, señaló ofuscada que “situaciones como estas nos pasan permanentemente y demuestran a las claras la existencia de ciudadanos posadeños de primera, segunda y tercera clase. Basta de manosear a los pobres, pagamos por un servicio y nos merecemos el mismo trato y derecho a no ser víctimas de semejante atropello”. En sintonía, Felipe N. contó visiblemente enojado que “empezamos a tener agua a cuentagotas a media mañana (de ayer) y para el mediodía se volvió a cortar. Algo pudimos cargar”, se resignó el hombre.





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