Graciela García tiene una actividad laboral poco conocida: es “telecontrol”, un cargo que existe en el Canal 12 de Misiones y por el cual ella y otro compañero, en turnos rotativos, se encargan de controlar la grilla de publicidades del canal, los horarios y las tandas. Graciela, o Chela, hace este meticuloso trabajo desde hace casi 30 años y desde su propia casa por una razón muy especial: cuando era chica, una epidemia de poliomielitis la afectó como a otros cientos de niños de su generación, y la discapacidad consecuente la obligó a desplazarse con bastones o en silla de ruedas.Desde hace tres décadas, esta empleada pública orgullosa de su trabajo y de su rol, siente que la posibilidad de brindar su tiempo a esta tarea fue una bendición que le bajó del Cielo. Como a cualquier otra persona, el trabajo la dignificó y le permitió planificar su vida, desarrollarse y sostener una familia, pero a ella, por su particular condición, también le permitió la independencia en todos los sentidos. “Los discapacitados que trabajamos sentimos que el trabajo es el eje de nuestras vidas. No tener un sustento implica una dependencia de por vida de los padres mientras viven, y después de un hermano, de un pariente. Cuando uno trabaja esa dependencia deja de existir, el puesto laboral para un discapacitado es signo de libertad”, cuenta, y empieza a relatarnos el derrotero de una vida singular, que sin embargo es similar a la de miles de personas con alguna discapacidad que se preparan y estudian, que aprenden a valerse por sí mismos, pero que necesitan de la empatía de los dadores de empleo para con aquellos que tienen muchas más razones para cuidar el trabajo, porque lo valoran doblemente.Un puesto, una oportunidadGraciela recuerda que una amiga suya también discapacitada, Goyi Duarte, ya era telecontrol del canal cuando le avisó que había una vacante. “Me dijo que tenía una posibilidad, que me preparara”, recuerda. Su amiga la ayudó en todo: “Me enseñó, me guió para hacer los papeles… tenía 27 años y esa situación me cambiaba radicalmente la vida. Siempre pienso en lo distinta que hubiera sido mi existencia sin mi trabajo y la verdad, hoy no me imagino cómo hubiera podido llevarla adelante”. Goyi le presentó a Toto, el otro telecontrol que también desde su casa y en su silla de ruedas, presta el mismo responsable servicio al canal público. Desde entonces, los tres pasaron a ser casi familia, y de hecho Graciela es madrina de uno de los hijos de Toto.Dos meses después de ingresar como personal temporario, el canal la puso en planta permanente y pasó a tener todos los beneficios sociales y previsionales de cualquier trabajador en blanco. Todo lo que implicó para ella ese puesto laboral es difícil de resumir en una nota: Chelita se relacionó con sus compañeros de trabajo como una más, pudo arreglar su casa, ahorró para comprarse un auto que hoy trabaja como remís y constituyó una pareja con Emilio, que la contiene y adora.En el ínterin también se involucró en las asociaciones de discapacitados que luchan por los derechos de este enorme colectivo de ciudadanos. Ahora permanece alejada del activismo, pero reconoce algunos avances en relación con las necesidades especiales que tienen: “Ahora hay rampas en las calles, en las escuelas, las universidades. Esto posibilita que el discapacitado pueda acceder a la formación y hoy hay miles de jóvenes altamente capacitados, con todas las ganas, toda la responsabilidad, pero que necesitan que se les dé la oportunidad con un puesto de trabajo”. Por eso, su sueño es que desde el Estado se promueva la contratación con beneficios impositivos o de otro tipo para las empresas.Por supuesto, reconoce que también falta mucho en las ciudades para que las personas con necesidades especiales puedan desarrollarse plenamente, “sobre todo falta conciencia de los demás ciudadanos que estacionan los autos sobre las rampas, ponen obstáculos o tienen sus veredas hechas un desastre”. Aún así, hay un grupo enorme de discapacitados que enfrenta las adversidades diariamente para estar a la altura de ese trabajo que puede estar a la vuelta de la esquina y que les cambiará la vida.Nuevos tiemposGoyi ya está en trámite de jubilarse y Toto también enfrenta los últimos años como empleado activo. Graciela cumplirá los años necesarios en 2016 y también podría comenzar los trámites del retiro. La tecnología posibilita hoy que el trabajo que ellos hacen ya no sea necesario porque todo se controla por computadora, pero de igual manera siguen haciendo el resguardo de la información con el trabajo manual en las planillas que entregan diariamente. Después de ellos, otra etapa se avecina para los telecontroles en el canal, y de hecho, es probable que este puesto laboral ya no exista en el futuro. “Pero desde el canal continúan contratando personas con capacidades diferentes en otros puestos”, resalta, tanto porque existe una Ley que obliga al Estado a reservar el 5% de todos los cargos para discapacitados, como por la conciencia histórica que han desarrollado como grupo humano al reconocer el enorme valor de estos trabajadores, todo un ejemplo de responsabilidad social empresaria digno de imitar. Ella, mientras tanto, todos los días se prepara para cumplir las siete horas continuas de su débito laboral frente al televisor, planilla, reloj y lapicera en mano, prolija y atenta, responsable y agradecida. Nada le gusta más que su familia, la cocina, sus animales, su impresionante jardín y, obvio, su trabajo, que es su vida entera.





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