Hace unos años, estuvimos viviendo con mi esposo en la India. Hoy recuerdo un hecho muy simpático de mi maestra de meditación, una jovencita hindú que repartía su tiempo entre hospitales (ella es médica) y las clases de meditación.El sitio donde se impartía este curso se llama Pondicherry, una antigua colonia francesa.Al comenzar la clase cerca de mí se colocó un señor mayor, de origen francés, con su esterilla. Mientras hacíamos los ejercicios pude observar con la pulcritud que hacía las posturas.Allí, es normal que cuando se termina la clase, se comparta tiempo con el grupo, tomar té, recoger las esterillas, ordenar el salón.Nuestra maestra colaboraba con el grupo y observaba los movimientos y las actitudes que teníamos entre nosotros.Antes de partir, se acercó a mi compañero francés y comenzó a indicarle los errores en las posturas y en los tiempos de su respiración.Él respondió: -Pero he logrado meditar.- No, usted no entró en meditación. Usted utiliza la palabra meditación de forma poco precisa, confunde el proceso con el estado real de meditación y lo que provoca la meditación. Todo el proceso consciente que hace con la respiración y la relajación, es el ejercicio necesario que nos prepara para llegar a la expansión de la conciencia.El señor le respondió: -Eso mismo dice mi maestro en Francia, no es nada nuevo, pero yo logré meditar por más que usted me dice que mi cuerpo no estaba bien ubicado.La maestra continuó: -Lo que hacía usted era un gran esfuerzo por controlar sus pensamientos, pero no logró concentrarse.Él seguía con sus argumentos y comparaba el método de su maestro de Francia con el método que ella enseñaba. Ella escuchaba, hasta que le mostró en forma real y concreta por qué no había meditado.-Usted, cuando terminamos la clase, recogió apurado la esterilla, rechazó él té que ofreció su compañero de fila, con gesto adusto.Entonces él protestó: – ¿Por qué me recrimina todo esto, qué tiene que ver con la mediación?- Querido señor, enseñar meditación, no es limitarse a indicar ejercicios de respiración y posturas, mi deber es ver el resultado que provoca la clase que ofrecí, en la persona. Por eso mismo los retengo media hora más terminada la meditación.Si usted hubiera meditado, no tendría inquietud, expresaría calma, alegría, compasión, humildad, conexión con la vida, por lo menos con todos los que estamos aquí.Usted no ha hecho visible los signos que deja la meditación, “la paz innata que todos tenemos”.No sé el método de su maestro francés, pero en las escrituras indias se dice que Dios se manifiesta como ocho atributos básicos: Luz, sonido, sabiduría, poder, calma, paz, amor y éxtasis.La meditación es ir al encuentro de Dios, “como lo llaman ustedes”, y si ese encuentro no da como resultado la manifestación de armonía, paz, comprensión, no es meditación.Te propongo hacer este ejercicio práctico:Imaginar un día pleno de sol, las copas de los árboles moviéndose por el viento, cantos de pájaros, las flores …Todo lo que observas tiene armonía.Es la vida en movimiento, armonía, paz, alegría…Y esta alegría está en ti, esta armonía está en ti, la paz está en ti.Y decides expandir estos sentimientos hacia afuera desde ti, en círculos expansivos, cada vez más grandes. Deja que estos círculos de paz bañen todo y a todos, deja que todo el planeta se bañe en tu paz universal.Paz y bien. Hasta la próxima semana.Colabora: María Benetti MeiriñoAutora de libros y guía para meditación. [email protected]





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