No siempre concordamos con la imagen que nos devuelve el espejo, pareciera que la sentencia de Platón de que “los tres deseos del hombre de ser sano, ser rico por medios honestos y ser hermoso”, son difíciles de materializarlos.Todos deseamos vernos bien, sentirnos mejor y que nos vean fabulosos, pero debemos esforzarnos, y hoy en día la sociedad occidental nos ayuda, especialmente para estar obsesionados con nuestra apariencia externa. Hasta los juguetes de los niños como las muñecas Barbie están hechos según los deseos de los grandes modistos y patrones de belleza de los países centrales, cuyo único interés es vender más, con medidas ideales de estilizadas modelos anoréxicas y desproporcionadas.Las imágenes superficiales de estas muñecas, meten ideas poco realistas en las mentes de las niñas, que querrán concretar al crecer, creyendo que por ser “flacas anoréxicas” las valorarán más como humanos. Muchas niñas sueñan verse como Barbie, poniendo en primer lugar la belleza exterior, y el resto de la sociedad también lo cree, a tal punto de hacer bromas cuando no se logra ese fin estético.Lo que vemos por fuera de la persona es una demostración pequeña de lo que es interiormente, por eso debemos darnos tiempo para conocer a cada ser, juzgamos según su solvencia y poder económico, clasificándolos en ricos y pobres, pudientes o indigentes; también por su aspecto en lindos o feos, agradables y desagradables.Solemos juzgar por los títulos y profesiones, poniendo en primer lugar al profesor, profesional o doctor, y lastimosamente después le daremos “bolilla” al obrero, trabajador o artesano.“Una pareja de campesinos venidos de los bosques de Boston, de apariencia humilde fue a hablar con el presidente de la Universidad de Harvard, luego de ser ignorados y desairados por horas por la secretaria y los directivos, fue recibida con desagrado por el presidente.“La mujer dijo que su hijo amado asistió a esa universidad y falleció en un accidente, por lo que querían levantar un memorial en el campus universitario.“El presidente le contestó ásperamente que no podían levantar una estatua por cada persona fallecida que asistió a la universidad.“Ella replicó -No deseamos erigir una estatua sino donar un edificio-, el presidente alertado les dijo-¿Saben lo que cuesta un edificio, hemos gastado siete millones y medio en el último aquí?“La mujer quedó en silencio, el presidente estaba feliz pues seguro se libraría de ellos, ella se volvió a su esposo y le dijo suavemente: ¿Si es tan poco lo que cuesta iniciar una universidad, por qué no iniciamos la nuestra?, el esposo asintió. “El rostro del presidente se oscureció desconcertado y confuso.“El Sr. L. Stanford y su esposa se fueron a Palo Alto, California, donde crearon la Universidad Leland Stanford Junior en 1891, la número uno del mundo, en memoria del hijo fallecido de un rico terrateniente, por el que Harvard no se interesó”.Emitimos juicios rápidamente según nuestras suposiciones, que se relacionan con nuestros estados de ánimos, si estamos de buen humor seremos benevolentes, pero si estamos de mal humor “agarrate Catalina”, porque por más que se nos cruce un santo nosotros veremos un ser maligno.Ni hablar cuando seleccionamos por la utilidad que podemos obtener, entonces habrá necesarios e innecesarios, aprovechables y descartables; otros serán simpáticos y antipáticos, según el color de su piel blanquitos, negritos o amarillitos.Prejuzgando según sus creencias serán de derecha o izquierda, religioso o no, y ¿cuál? budista, cristiano, judío, musulmán, ateo; también evaluamos su aspecto higiénico considerándolo limpio o no; según la ropa es formal, informal; o según su físico atractivo o no.Sufrimos situaciones críticas en vida, algunas nos cambian profundamente, unas nos debilitan y otras nos fortalecen, cada uno las procesará según sus posibilidades de afrontamiento y no es fácilmente predecible la reacción.Debemos ser precavidos al juzgar, el refrán lo dice bien “El hábito no hace al monje”, siempre hay dudas por lo que no lleguemos a conclusiones rápidamente, recordando que nosotros opinamos según nuestras vivencias, frustraciones y bondades.Para entender adecuadamente a otros, usaremos habilidades mentales de nuestra personalidad, dándonos una primera aproximación física y psíquica. Sin embargo debemos verificar lo captado, pues lo percibido se acompaña de nuestras emociones y sentimientos, es decir que nuestro ser interior colabora para entender lo captado.Para tener una relación sana no debemos opinar por lo que me dijeron otros, o lo que me sale a primera vista, sí debemos tratar de contener ese torrente de emociones prejuiciosas, que nos quitan capacidad de razonar y actuar coherentemente.“Un ratón vivía siempre angustiado por miedo al gato, un mago se compadeció de él y lo convirtió… en gato.Pero entonces empezó a sentir miedo del perro, por lo que el mago lo convirtió en perro, luego sintió miedo de la pantera, y el mago lo convirtió en pantera, con lo cual comenzó a temer al cazador.“Pero el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón, diciéndole: ‘Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de un ratón’”. A. de Mello A veces las emociones y sentimientos que expresamos nos hacen sentir como ratones, pues son difíciles de dominar por las situaciones difíciles y dolorosas del pasado que dejaron heridas abiertas; por ejemplo quien fue muy rechazado de niño, tendrá un temor residual y sentirá rechazo, deseando ser aceptado pero logra lo contrario.Las personas agredidas en su niñez sienten que les quieren dañar poniéndose a la defensiva, todos los problemas son luchas para ganar, sintiendo peligros de los cuales deben defenderse, son personas impulsivas y/o agresivas, que desconciertan a los que los rodean.Los que tienen autoestima frágil y pobre, son inseguros y temerosos buscando la aprobación de otros para sentirse bien, no sintiéndose merecedores de cosas buenas, estos seres tienen percepciones erróneas, fuera de la realidad, creando sentimientos de falta, rechazo o peligro.Debemos volver atrás con las equivocaciones, aprender de ellas y no repetirlas, asumir el trago amargo, pedir perdón, reparar el daño y tratarnos con misericordia, reconozcamos que tenemos problemas, aceptando el hecho de que hay que trabajar en esto, siempre buscando ayuda para cambiar nuestro “corazón miedoso de ratón”.Deseo tu opinión: [email protected]





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