La muerte por electrocución de la niña en el Barrio Sapo de San Vicente puso de manifiesto la falta de atención por parte de las autoridades provinciales y municipales a las ocupaciones y la mala situación social que viven las familias de escasos recursos. Todo ese barrio tenía electricidad colgado de un poste y se pasaban de casa en casa. Uno de esos clavos tocaba el alambre donde fue a colgar la ropa y recibió la descarga eléctrica. Minutos después de lo ocurrido los operarios de Emsa fueron e hicieron desaparecer las conexiones clandestinas. Se habla que el mismo intendente había mediado para que no corten la luz a esa gente. El lunes, como muchas veces, esa niña fue a colgar ropa, pero esta vez recibió una descarga eléctrica que le provocó la muerte. Según testigos, dijeron que era un cable de luz que pasaba de una casa a otra, éste tocaba el alambre de acero donde debía colgar la blusita y fue lo que le dio la descarga fatal.El barrio tiene más de ochenta casas precarias. Todas tenían energía eléctrica en forma irregular. En un poste de luz, que está en una de las entradas del barrio estaban las conexiones clandestinas y de ahí se pasaban de casa en casa. Esas conexiones no son de ahora, sino que vienen de hace por lo menos tres años.La empresa Emsa estaba al tanto de eso y en algunas oportunidades sus operarios cortaron la luz pero los vecinos volvían a conectarla. Ese mismo día, apenas ocurrió el accidente fatal, un operario de la empresa eléctrica concurrió al lugar y cortó en forma inmediata la energía.Hay otro barrio colgadoLos habitantes del Barrio Tripa, que está al costado de la ruta nacional 14, también están colgados y los cables se pasan de casa en casa de la misma manera que la otra barriada. Los mismos pobladores cuentan que cuando Emsa les corta la luz, ellos recurren al intendente para que no la vuelvan a cortar. Mediación que se habría dado en más de una oportunidad.En ambos barrios vive gente de escasos recursos que no tiene otro lugar para ir. El Barrio Tripa está en un predio de Vialidad Nacional y hace más de veinte años que está poblado. En alguna oportunidad fueron reubicados, pero el lugar volvió a poblarse.En el caso del Barrio Sapo, se pobló en octubre de 2011. Fue justo para el domingo del Día de la Madre cuando un grupo de vecinos de la zona invadió el predio de unos siete mil quinientos metros cuadrados y se repartieron los terrenos. El predio invadido es una parte de la reserva municipal y otra del Gobierno provincial. El intendente Waldomiro Dos Santos hizo la denuncia por ocupación que todavía está en estrados judiciales.Las familias se acercaron al municipio para pedir soluciones a los problemas y obtuvieron promesas que nunca se cumplieron. En las vacaciones de julio del año pasado los concejales y parte del gabinete municipal mantuvieron una reunión en el mismo barrio, recorrieron las calles barrosas y se comprometieron a ir dándole las soluciones que podían mientras que no se interpusieran con la Justicia que aún tiene que decidir la situación de la ocupación.Los vecinos pidieron reparación de los caminos internos del barrio, agua potable y energía eléctrica. Lo único que consiguieron fue que les acerquen algunas cargas de toscas que dejaron fuera del predio que ocupa el barrio, y ellos mismos tuvieron que acarrear para reparar las calles internas y tapar lo pozos. También se puso una canilla pública en el CIC para que puedan sacar agua. Se habían comprometido en la construcción de dos alcantarillas para que los alumnos de un colegio de la zona pasen por el lugar sin correr peligro y nunca se concretó.Estas familias viven en el total abandono por parte del Estado que nunca se acercó, ni siquiera para dar soluciones básicas para los pobladores que viven en medio de un pantano. Ellos mismos pusieron el nombre de “Barrio Sapo” por la cantidad de estos batracios que salen a la noche de las lagunas y entran en las casas.





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