Con la mística que significa recordar el arte de Don Zygmunt Kowalski se inaugurará, este miércoles desde las 20, la tercera muestra homenaje al “Gran pintor misionero”.La cita será en Palmeira Bonita reserva eco cultural urbana (ubicada en Alvarez Jonte 8551, a 50 metros de avenida Cabo de Hornos), que inaugura el lugar con obras de arte, fotografías, poesía, video y música de una muestra sintetizada en “Simplemente Don Kowalski. Siete noches de luz”.Será una noche única de luz, color, naturaleza, poesía, fotografía y la más que hermosa música de Los Hermanos Nuñez navegando en el ambiente, junto a invitados de lujo como lo son Vanessa Avellaneda y Jorge “El Tano” Fiorio. Serán sólo 50 personas las invitadas a esta apertura.En una charla con PRIMERA EDICIÓN, Alejandro “Ole” Kowalski contó que la idea es ofrecer una muestra con contenido y por eso se eligió la propuesta de esta apertura cultural, “cinco de esos siete días ofreceremos música en vivo. Palmeira bonita es mi lugar, vivo allí hace diez años, y de pronto hacer esto fue como un disparador para muchas cosas interesantes que irán surgiendo a lo largo de este tiempo. De hecho mis clases de Portugueis pela música las trasladé a ese predio, nada mejor que estudiar en un ambiente cálido y donde uno se puede relajar. En esa mudanza perdí muchos alumnos, pero también recuperé la calidad humana. Y si bien la distancias son notorias, el concepto del lugar apunta a otra cosa”.La reserva eco cultural urbana será declarada de Interés Cultural y Ambiental, a nivel municipal y provincial. Mientras que la muestra fue declarada de interés municipal y será auspiciada por la Municipalidad de Posadas y la Secretaría de Turismo y Cultura Municipal.“La propuesta es brindar al público algo distinto y el espacio cubra una necesidad de mucha gente que desea un lugar para hacer presentaciones y de pronto mostrar su arte. La falta de espacio que tengan onda es fundamental, entonces tratamos de buscar un concepto para que pueda dejar demostrado que la cultura va de la mano con la ambientación de ese espacio. La idea es de hacer de a poco todo, pero con buena calidad. La exclusividad buscará que haya un respeto con el medio ambiente, no superar las 50 personas, para que no se destruya el lugar y se mantenga esa propuesta intimista. Sobre todo a la onda comunicacional que uno quiera proponer, para que no se pierda la magia del lugar”, indicó Ole. “Queremos reflotar el concepto de la reserva y al ser eco cultural, se busca cuidar la cultura y la vegetación. El respeto a las plantas, no sólo porque venimos de eso, sino porque se habla mucho desde la ideológica a la biodiversidad cultural. Otra cosa de la reserva es mostrar ese contenido conceptual, con la que cual marcamos la diferencia”, manifestó.“Guerrero de Luz”Experimentando el arte como un modo de vida Alejandro Kowalski, hijo de Don Zygmunt, en uno de sus tantos escritos expresa sobre su padre que: “Paraíso de luz es el espacio donde libran sus batallas, donde disparan sus deseos, donde hallan sus amores, donde construyen sus palacios, los guerreros de la luz. Zygmunt es un guerrero de la luz y Misiones el paraíso en que se asienta su fuego más central. Aquel fragmento de tierra desde el cual ha salido una y otra vez, a la conquista de otros paraísos, de otras moradas, asientos de los fuegos esparcidos por el mundo: Polinesia Francesa, collar de islas del sol, que reveló un otro nombre a su persona: Moana, el Mar, profundo azul, del color del mar. Brasil, que lo tornó huésped eterno del balanço de sus olas, del aroma de los frutos del océano, de la gracia femenina de sus coqueiros. Paraguay, que lo hizo dueño del milagro deslumbrante de su siesta, del ritmo eterno de sus hamacas y morteros. Y naturalmente, la lanza del cazador de luces extendió también su viaje a los cuatro cantos de este pedazo de nuestra América llamado Argentina. Y a los otoños y primaveras de la vieja Europa, que un día fue su cuna y lo reencontró altivo después de tantas y tantas batallas”.Así destaca que su padre es un “paraíso de luz, es también aquel lugar donde un guerrero de la luz se reconoce herido en su mismo pecho, donde siente la implacable flecha por la pérdida de su compañera aliada de la vida, donde palpa el trepitar del tiempo, y siente la detallada huella del paseo por el mundo… Sin embargo, paraíso de luz es también la resurrección más viva en la alianza cotidiana con el hermoso idioma de los soles del verano. Es el regreso poderoso del guerrero de la luz bajo un manto de flores de lapacho, en el rojo camino real, provisto de su capa decorada de ranchitos costeros, con el corazón latiendo de chivatos, haciendo destellar la sombra de su paso en todo el arco-iris de verdes. Es el guerrero de la luz que viene para quedarse siempre en el brillo más incandescente y puro de los ojos tuyos y míos, los ojos que lo ven”.Ya desde una visión un tanto más profunda expresa que “el guerrero de la luz mira y su mirar ve siempre mucho más allá de lo que alcanzan a ver sus ojos, el guerrero de la luz siente… el latido de los vientos llegando, de los árboles bailando, de las aguas pasando, naturaleza, diciendo, hablándonos. El guerrero de la luz protege y cuida, guardando en la irreverencia silenciosa de su paleta, el sonido más profundo. El guerrero de la luz alerta, exhala el llamado, aquel que imprime la referencia necesaria para nuestros gestos cotidianos. Paraíso de luz… es Misiones y son todas las moradas de Don Zygmunt, de Moana, es la vida misma asintiendo, afirmando, reclamando, ser pintada, ser vivida por sus ojos y sus manos”.Inclinando su pasión y dando la bienvenida al Palacio del guerrero de la luz, “una de sus moradas. A todos aquellos quienes tengan la sensibilidad para saber ver y no sólo mirar… esta es y será siempre, su casa”.Cazador de luces -II-: El Arco-Iris de Verdes En el texto de presentación en la muestra de Zygmunt Kowalski denominada “El arco iris de verdes”, desarrollada entre el 19 de noviembre y el 10 de diciembre de 1996 en el Ministerio de Ecología, Recursos Naturales y Renovables, en la ciudad de Posadas, Alejandro “Olé” Kowalski expone: “Después de andar por la selva. Después de verla morirse y resistir. Después de andar la gente y sus colores. Después de andar el viento entre las hojas. Después de andar la lluvia y su perfume sobre el resplandeciente fuego de la tierra. Después de andar, sabe sin saber, que sus cuadros educan más que una carpeta de folletos. Porque golpean justo ahí en la voz que sólo el corazón siente, cuando elige matar o compartir. Que sólo el corazón siente cuando una vez más la neblina suelta las gotas que permiten el milagro, dejando entrever la vida desde los pies, desde las manos. Que en última instancia, sólo el corazón siente cuando los lapachos dejan explotar su palabra sobre el arco iris de verdes. Así lo hace Zygmunt Kowalski, simplemente por saber que es la misión de todo guerrero que haya escuchado al río, y que por escuchar cómo el río s
iempre fluye, sabe que toda oscuridad que amenace ahogar cualquier destello de ese arco iris, jamás podrá aspirar a ser eterna”.Cazador de luces -I-: tormentas de luzOle también comparte parte del texto de presentación de la muestra de Zygmunt Kowalski denominada “Miradas en óleo”, desarrollada entre el 25 de septiembre y el 14 de octubre de 1996 en la sede del Banco Misiones, Sucursal Sur, en la ciudad de Posadas.“La pintura que puede hacer respirar a un lugar. Eso es. En medio de tormentas de luz, en medio de rayos de transparencia, con el agua mojando sus pies y sus ojos, soñando mundos de cinturas verdes, triturados de sol y sombra fresca, anda Zygmunt Kowalski”. Así indica que “algo jamás parecido a la fotografía de un lugar, porque de ella no nacen los sudores. Algo jamás antiguo o moderno, porque eso es simplemente falso en la intensidad de los instantes, que hacen brotar lo que llamamos un cuadro. Si es pintura figurativa, impresionista o realista, sólo lo es a condición de que se reconozca la absoluta abstracción que convulsiona sus fragmentos. Y si sale de los límites de esta tierra para transgredir las marcas de una frontera hecha por la gente, también es cierto que cada regreso impone destinos tan nuevos como los que supone una nueva pasión en esa aventura de explorar el lugar que es de uno, como el propio cuerpo. Por eso tal vez, sea mejor definir su pintura como un hermoso acto de amor por este su cuerpo hecho de tierritas rojas que pasean con él todas las rutas del sol”.Recuerdos de un gran maestro “El aprecio de la gente es necesario, algunos pintores dicen que pintan para ellos y eso nunca es cierto, porque uno nunca pinta solo para uno. Para que un cuadro esté bueno o guste se necesita siempre de la opinión de otros. Necesito el aprecio de otros en lo que hago, todos necesitamos, si uno hace una exposición, es para que vean y den su opinión. Es muy importante eso, porque uno puede mejorar mucho su pintura si la opinión es sincera, si no dicen solamente ‘ay que lindo’; sino que digan todos los defectos que puedan encontrar”, expresó don Zygmunt, en una de sus entrevistas.“Tengo dos cuadros empezados, sobre la zona del alto Uruguay. Como hay tanta humedad, pinto un cuadro hasta donde pueda. De allí tengo que dejar que se seque y hago otro hasta que este llegue a su punto, porque hay mucha pintura que no se puede pintar siempre en fresco, necesita secarse”, comentó.“Cuando uno pinta un cuadro tiene que vivirlo, tiene que vivir lo que pinta. Mentalmente tiene que ver otro mundo, el mundo que pinta, real y no real, porque la pintura no siempre es real, es basada en lo real, pero reconstruida por el ojo de la mente del pintor. Basándonos en lo creado por la naturaleza, recreamos esto a nuestra manera de ver y de sentir, de eso sale otra cosa, que es parecida, pero nunca deja de verse la base de donde salió todo eso”, supo contar este gran artista que en sus obras abren un portal imaginario hacia la verde selva, las casitas de la costa y su gente, los caminos de tierra roja, los chivatos y los lapachos florecidos.





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