Señora Directora:Lamentable el destino de los ferryboats que alguna vez unieron orgullosos Posadas con Encarnación (Paraguay) y hoy son sólo un poco de chatarra semihundidos en un fondeadero sobre el río Paraná, en la zona de Nemesio Parma. Infinitas fueron las promesas de las autoridades sobre que iban a salvarlos del olvido y el abandono, y aunque no recuperaran el brillo de otras épocas servirían para recordar a la Posadas del ayer, cuando era un puerto unido al río y no una ciudad a sus espaldas como parece serlo hoy. Aun pese a que la costanera nos acerca a él y trata de recuperar esa relación que nunca debió perderse, pero que ya no será igual a aquel entonces.No caben los calificativos para las autoridades responsables de esta atrocidad, donde el olvido es lo más ingrato con que se puede castigar la memoria de nuestros mayores y de aquellos hombres que –hoy esfumados en el tiempo- alguna vez pusieron su esfuerzo, su sacrificio y su sudor para que la ciudad alcanzara las fronteras del progreso que hoy acaricia y que, con seguridad, mañana seguirá creciendo y volviéndose más metropolitana aún que en el ahora.Hace más de dos décadas llegué a esta ciudad que aprendí a querer y a sumar mi conocimiento y mis esfuerzos para hacerla mejor, para que se la conozca más allá de sus fronteras y no sea sólo la referencia lejana de las cataratas del Iguazú que hoy se lleva todas las admiraciones. Porque Posadas debe ser la puerta de entrada a una provincia que tiene miles de ofertas con sus bellezas naturales y con su pujanza, y nunca sólo una capital provincial chata y de paso. En ello, los ferries, conservados y amarrados frente a sus costas y desde una concepción de su historia distinta a la actual, podrían constituir en una más de las múltiples ofertas que puede brindar una urbe en constante crecimiento. Como alguna vez –no hace tanto- trató de hacerse transformándolos en un museo ferroviario en miniatura y en un lugar donde podía ir a reunirse a comer alguna cosa, a beber y conversar en la costa del río, a la luz de la luna.Pero unas autoridades obtusas, obcecadas y con alguna pizca de estupidez, prometen mucho, pero miran hacia otro lado. Quizás rogando que se acelere el trabajo del tiempo así ese montón de fierros herrumbrados y corroídos se hunden finalmente en el río y el olvido. Trasformándose –para los nostálgicos- en un nebuloso recuerdo más de los muchos que se van perdiendo cada vez que la picota se ensaña con lo antiguo y abre jirones dolorosos en los más ancianos, en nuestros abuelos…Los pueblos que olvidan (o ignoran) su pasado están condenados a perder su identidad y a ser olvidados ellos mismos. Así, en el mañana el hoy presente tampoco será recuerdo. Debemos sumarnos todos, con firmeza y unión, al rescate de estos dos ferries y exigir que el “Presidente Roque Sáenz Peña” y el “Ezequiel Ramos Mejía” sean rescatados definitivamente, se los remoce y, con el tiempo, se constituyan en uno de los distintivos que identifiquen a Posadas y sea punto obligado de visita de quien llegue a estas tierras.Pedro Iván Crispín QuijanoPosadas (Misiones)




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