SAN IGNACIO. Un cura de esta comunidad no se presentó para oficiar la boda religiosa entre dos jóvenes y se convirtió, probablemente así en el único caso -por lo menos en la región-, que se conocerá como el de los novios plantados por el sacerdote frente al altar… El cura Alberto Medina, párroco de la iglesia San Ignacio de Loyola debía oficiar la ceremonia para unir en sagrado matrimonio a dos jóvenes de su pueblo, quienes llegaron a la iglesia con todos sus invitados a la hora convenida, pero en vez del casamiento por iglesia, comenzó una tensa espera que terminó en pesadilla. A las 20.30 y al cabo de media hora en la que ninguno de los colaboradores sabía nada sobre el cura, la impecable novia, vestida de blanco peinada y maquillada para la ocasión, su pareja y todos los invitados empezaron a llamar al sacerdote.“Esperen diez minutos que ya llego”, fue la respuesta que recibió la novia en su teléfono celular en tres ocasiones. El último, recibido a las 10 de la noche fue el que terminó de desconsolar a la novia “a mi nadie me avisó de la boda, yo estoy en Jardín América”.“Ella no lo podía creer, quedó presa de una crisis de nervios. La noche anterior junto a su esposo habían estado con el padre Alberto desde las 20 hasta casi la medianoche cumpliendo con todos los requisitos y trámites que le exigían en la iglesia, rellenar formularios y firmar papeles, para no encontrarse con sorpresas al día siguiente, el que había pensado que iba a ser el mejor día de su vida”, contó Teresa, esposa del padre de la novia.“El civil se realizó perfectamente, fue muy lindo y muy emotivo. Salimos de ahí y comenzamos con los preparativos de la iglesia, a ayudarla a vestirse, peinarla y maquillarla. Llegamos todos a la iglesia y nos encontramos con que estaba cerrada, pasó media hora, después otra media hora y nada. A las 21.30 estaban ella, el novio, las familias y el resto de los invitados esperando frente a la iglesia que estaba cerrada. “Ella se largó a llorar desconsoladamente, no podía creer que el cura nos estaba plantando a todos. Cuando la pudimos contener y calmar la llevamos al salón donde estaba todo preparado para la fiesta. Tuvimos que explicar lo que pasaba al resto de los invitados y nos fuimos. Cuando nos sentamos a cenar el padre Medina le empezó a pasar mensajes para disculparse, pero los novios se enojaron y ofendieron tanto que no quieren saber más nada, la boda religiosa no la van a celebrar”, contó un familiar que viajó desde Posadas para la misa. Absoluto desconsueloA las 22, la novia explotaba de los nervios y lo empezó a llamar. Al principio no la atendió y cuando se dignó su excusa fue “a mi nadie me avisó que tenía esta ceremonia”. Casi a los gritos y presa de la rabia, ella le contesta que el día anterior ella y su esposo habían estado con él hasta las once de la noche y el trato había sido directo, “él ya sabía y nadie le tenía que avisar porque no hubo intermediarios. Aparte el día de la ceremonia primero le pide que lo esperen diez minutos, después diez minutos más, no nos puedo salir con esa respuesta después de dos horas y no aparecer directamente”, expresaron indignados los familiares.





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