POSADAS. El “Muro” de casi novecientos metros de largo por cuatro de alto con que la Entidad Binacional Yacyretá (Eby) rodeó al nuevo “centro de frontera” inmediato a la cabecera del Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz “disminuye el valor inmobiliario de las propiedades y la calidad de vida de los vecinos que han perdido la vista al río, además de ser una infraestructura urbana que no ha sido consensuada”. Así lo advirtió el presidente del Colegio de Arquitectos de Misiones, Javier Bellocchio, quien se expresó a título personal y adelantó que la institución pondrá el tema en agenda, atento a los efectos físicos, económicos, sociales y de integración que la muralla de Oscar Thomas está provocando en la ciudad capital. El muro nuevamente fue protagonista ayer de la bronca y la impotencia de posadeños y encarnacenos porque finalmente se cerró en su totalidad el paso peatonal de los vecinos. Hasta el martes, para ingresar al centro de frontera pasaban por una “ventana” en el paredón ubicada a la altura de la avenida Mitre. Pero ese pequeño espacio entre los bloques de hormigón fue clausurado para iniciar el cierre completo de la estructura. A partir de ahora, quien quiera ingresar o egresar caminando desde y hacia el puente, deberá recorrer dos kilómetros hasta el final del paredón, un verdadero despropósito y hasta una burla para la gente humilde que no puede pagar un taxi hasta la cabecera argentina. La situación no será menos engorrosa para los peatones cuando se habilite el viaducto a continuación de la avenida Cabred, porque la EBY no previó el ingreso peatonal. . Gente real, pero invisible El muro que construyó la Eby no sólo generó el rechazo unánime de los vecinos por la afectación visual que ocasionó el desagradable paredón. También afectó la vida cotidiana de miles de personas que sienten el látigo de la discriminación: es que hasta el centro de control integrado sólo se puede llegar en auto. “Tengo que caminar kilómetros y dar toda la vuelta para poder llegar a la salida del tren, o tengo que tomar un taxi en Mitre y López Torres que me lleva hasta la rotonda de Tierra del Fuego y de allá de vuelta hasta la cabecera del puente por el otro lado del muro. El viaje sale cien pesos para dar toda la vuelta, cuando en línea recta estoy solo a cien metros”, contó Mariela Gutiérrez a PRIMERA EDICIÓN. La chica trabaja en uno de los puestos de La Placita y estudia en Encarnación todas las tardes. Algunas veces se escabulló por el “hueco” pero en los últimos días hay personal militar armado que se lo impedía. Para ella, lo que hizo la EBY fue “un atropello”. Silvia Aquino también trabaja en La Placita y diariamente viaja a Encarnación para proveerse de mercadería, y para eso suele usar el tren internacional. Ahora tampoco puede llegar a pie hasta la estación y la alternativa es pagar el colectivo internacional que toma en Mitre y Roque Saenz Peña, que también la lleva de paseo hasta la avenida Tierra del Fuego y la trae nuevamente hasta la cabecera del puente. “Una hora más” para sumar al ya engorroso pase diario. “Claro que nos bajaron las ventas, desde que hicieron el muro la gente que viene del interior no entra más por la Mitre y ni existimos para los turistas. Ahora entran a la ciudad por Tierra del Fuego o van derecho a Paraguay por el acceso sur del otro lado del muro. Toda la zona está resentida por este tema porque nos perjudicaron muy feo” se quejó Aida Chavez en su puesto de venta. Hasta ahora pocas voces institucionales se levantaron en contra del murallón de Thomas. Los vecinos sienten que son invisibles, porque “a nadie le importa”. Sin vista al río y con mucha broncaA Margarita Medina le borraron de un plumazo la “vista al río” en su casa de Marconi y Trincheras de San José. La comerciante nació en esta propiedad y durante casi medio siglo disfrutó de su cercanía al Paraná. “Cuando la luna llena estaba sobre el río yo disfrutaba. Podía ver el amanecer con el sol saliendo atrás de Encarnación. Ahora me taparon todo, no sé por qué motivo”, se lamentó. La vecina todavía no sabe si realizará algún reclamo formal por el “patoterismo” de la EBY. Por ahora se lamenta y describe el impacto que le provocó el murallón construido para “separar” al mejor estilo “Tijuana”. “Dicen que es para prevenir el narcotráfico, pero todos sabemos que la droga cruza por otros puntos, no por el puente”, dijo. Para el arquitecto Javier Bellocchio, presidente del Colegio que nuclea a estos profesionales, “el paisaje tiene valor inmobiliario, la vista al río tiene valor inmobiliario. La calidad urbana depende también de tener la vista al río y el contacto con el río. Es terrible la afectación del muro porque disminuye el valor inmobiliario de las propiedades y la calidad de vida de la gente”. Como ejemplo recordó que los avisos inmobiliarios siempre destaca como una ventaja “la vista al río” de las propiedades. “Lo peor de todo es que el murrallón fue inconsulto”, agregó. Para el profesional, “ese es el punto más crítico y lo que siempre le estuvimos reclamando desde el Colegio de Arquitectos a la EBY: la participación en las definiciones. Todo este proyecto de infraestructura urbana en la costa lo definió unilateralmente Yacyretá. No se abren al debate”, lamentó. El arquitecto también hizo mención a un detalle trascedente: “El otro día escuchaba que Thomas (Oscar, director de la EBY) decía que los centros de frontera del resto del mundo se arman así, pero también pensaba que si estamos en un proceso de integración regional en el Mercosur, y que estamos hablando de facilitar el tráfico vecinal fronterizo, el muro parece estar totalmente en contra de esto último y claramente provoca rechazo”.




Discussion about this post